«ÉBANO» DE RYSARD KAPUSCINSKI

Comentarios de Guillermo Chaves

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Es uno de los mejores libros que me he leído últimamente. No confundir al autor, premio Príncipe de Asturias 2003, fallecido el pasado 23 de enero de 2007, con los hermanos gemelos Kaczynski, los tres son polacos pero tanto en ideas, inteligencia y fanatismo están como en planetas diferentes.

Este libro, publicado en 1998 cuenta, de una manera amena, pero llena de contenido, la experiencia africana de este corresponsal (e historiador de formación, cosa que se nota) de un pequeño periódico polaco desde los años 60 a los 90 del pasado siglo. Como no pertenecía a ninguna agencia de noticias importante ni tenía el respaldo económico de grandes periódicos, la visión que obtiene de los países del continente africano es muy diferente a lo que nos tienen acostumbrados los enviados a la zona habituales.

En los capítulos traza pinceladas sobre experiencias en diferentes países y momentos que le tocó vivir en África que al final forman una imagen imborrable y precisa. Por ejemplo, el de Ruanda es más esclarecedor en 5 páginas que miles de fotos y noticias de la televisión. Aquí toma sentido el hecho de que las buenas palabras valen más que mil imágenes.

Y como muestra, un botón:

«… y es un hecho que lo que más nos impacta en la gente que encontramos en países como Ruanda es un profundo provincianismo en su manera de pensar. Y es que nuestro mundo, aparentemente global, a la hora de la verdad no es sino un conglomerado de cientos de miles de provincias de lo más diverso y que no tienen ningún punto de encuentro. El viaje por el mundo es un peregrinar de una provincia a otra, y cada una de ellas es una estrella solitaria que brilla sólo para sí misma. Para la mayoría de la gente que vive allí, el mundo real se acaba en el umbral de su casa, en el límite de su aldea o, todo lo más, en la frontera de su valle. El mundo situado más allá no es real ni importante, ni tan siquiera necesario, mientras que el que se tiene a mano, el que se abarca con la vista, aumenta ante nuestros ojos hasta alcanzar el tamaño de un cosmos tan inmenso que nos impide ver todo lo demás. Ocurre a menudo que el habitante del lugar y el que llega desde lejos tienen grandes dificultades a la hora de encontrar un lenguaje común, pues cada uno de ellos se sirve de una óptica diferente para mirar el mismo paisaje. El visitante usa un gran angular, que le da una imagen alejada y reducida, y, en contrapartida, una larga línea de horizonte; en tanto que el interlocutor local siempre ha usado un teleobjetivo o incluso un telescopio, que aumenta hasta el detalle más insignificante.»

Este libro y casi toda la obra del autor está traducida al Castellano y publicada en la editorial Anagrama.

Sirva este pequeño texto como tributo de admiración y reconocimiento de su obra literaria y viajera.

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