Cuenca, un viaje al interior de su historia y de su paisaje

El Rincón del Trotamundos. Fotografías: Yu Feng

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Cuenca, una ciudad levantada sobre las hoces que han erosionado los ríos Júcar y Huécar, en su lento discurrir por la serranía de Cuenca. Un viaje al interior por la arquitectura, el sosiego de sus conventos, palacios, casas señoriales y calles silenciosas, donde uno puede escuchar el eco de su propios pasos que se multiplican hasta perderse en las silenciosas noches conquenses. Una ciudad enmarcada por los lienzos de colores de sus casa, de una naturaleza descarnada y el verde de sus bosques, donde la roca y el lento fluir del agua, son los protagonistas.

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El emplazamiento de Cuenca, es una especie de vértice donde confluyen espacio y tiempo, un punto privilegiado en el que el paisaje montaraz y agreste de la serranía, se magnificó con el paso del tiempo. Un vértice enmarcado por las huellas que imprimió la naturaleza y el hombre, en una simbiosis de armonía que confluye en un escenario de asombrosa belleza. Un escenario que deja entre los viajeros que visitan esta ciudad, una profunda huella, huella que se extiende entre quienes viven en esta urbe y disfrutan de su historia, sus tradiciones y rica cultura.

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Se cree que la ciudad de Cuenca pudo surgir de un pequeño núcleo de población de origen lobetano, según se desprende de los resto encontrados durante las reconstrucción del Palacio de Justicia, situado en la confluencia de los ríos Júcar y Huécar. Las primeras noticias de Conca, Cuenca o Kuevanca, pertenecen a la Edad Media y la presentan como una ciudad amurallada musulmana.

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Nada se sabe de la mítica Kar que dio esa extraña terminación a los nombres de los ríos que la rodean, mientras de la antigüedad sólo quedan los restos de antiguas minas romanas y las ciudades de Segóbriga, Ercávica y Valeria. Los árabes establecieron aquí la ciudad de Kunka, donde construyeron una fortaleza protegida por las murallas naturales de las hoces que forman los ríos Júcar y Huécar.

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En esta ciudad fortaleza se refugiaban, desde mediados del siglo VIII, los insurrectos bereberes para defenderse de las aceifas, expediciones de castigo que enviaba el Califa de Córdoba como severa represalia para los súbditos que osaban rebelarse contra su autoridad. En 1177 Alfonso VIII conquisto la ciudad a los musulmanes y se inició la repoblación de estas tierras por parte de los cristianos.

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Cuenca experimentó un notable crecimiento a partir del siglo XIV a consecuencia del auge ganadero que tuvo lugar en las tierras de su entorno, esto le permitió la creación de una importante industria textil, como consecuencia, la ciudad experimentó un rápido crecimiento demográfico. Detrás vino la decadencia que se inició en el siglo XVI a consecuencia de la crisis ganadera. A partir de aquí se suceden las invasiones de la ciudad, la inglesa en 1706 con motivo de la Guerra de Sucesión, la francesa en 1808, y la carlista en 1874.

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Con la llegada del florecimiento de la industria maderera, a finales del siglo XIX, se inicia la recuperación económica de la ciudad, aunque ha sido en las últimas décadas del siglo XX y principios del siglo XXI, cuando realmente ha despertado al mundo la ciudad, en gran parte, gracias a los pintores, poetas y artistas venidos de otras partes, que se instalaron en Cuenca atraídos por la belleza de la ciudad, la atmósfera de silencio que se percibe en sus calles y su entorno natural. La culminación de este resurgir vino al ser declarada Cuenca Patrimonio de la Humanidad, de la que ahora se cumple el 19 aniversario.

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Un paseo por la ciudad antigua. 

La Cuenca antigua, enclavada en la Serranía, se levanta sobre un espigón rocoso bordeado por dos hoces, la del río Huécar, y la del Júcar. Esta localización la ha condicionado de diversas maneras a lo largo del tiempo. Históricamente ha sido siempre un baluarte defensivo y una urbe alejada de las principales vías de comunicación, lo que puede explicar, en parte, la conservación actual de su trazado medieval y de sus monumentos.

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Es una ciudad de calles empinadas que llegan a dar a sus casas apariencia de rascacielos, siendo típicos los edificios existente en el barrio de San Marín, su singular arquitectura produce en el viajero cierto desasosiego por el desplome que se observa en las casas, teniendo la sensación, de que estas se pueden desmoronar en cualquier momento, si no fuera por que la realidad se encarga de negarlo. Y es, en esa apariencia, donde reside el encanto de estas construcciones llamadas rascacielos.

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Cuenca incita al paseo, a perderse por sus calles y plazas. Lo hacemos en la Torre del reloj de Mangana construida en el último cuarto del siglo XVI, en lo que fue la alcazaba árabe, desde donde podemos contemplar una extensa panorámica de la ciudad moderna, el puente de San Antón que une las dos márgenes del río Júcar, y el entorno natural donde se halla enclavada esta.

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Bajamos por la calle de Santa María y llegamos a la Plaza de la Merced, donde nos encontramos con una importante muestra de arquitectura barroca, como la iglesia y el convento de la Merced, y el Seminario Mayor de San Julián, que contrastan con los modernos edificios del museo de la Ciencia.

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Antes de llegar a la Plaza Mayor, es imprescindible desviarse para contemplar la Iglesia de San Miguel, de finales del siglo VIII, que exhibe en lo alto sobre las hoces del Júcar su grandiosa portada renacentista. En la actualidad la iglesia ha sido cerrada al culto y funciona como sala de conciertos, todo un acierto para los amantes de la música.

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El edificio del Ayuntamiento, con fachada barroca del siglo XVIII, presenta una arcada que da acceso a la Plaza Mayor, el centro neurálgico de la parte antigua, donde se halla enclavada la catedral de Cuenca, uno de los monumentos más importante y emblemáticos de la ciudad.

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Construida entre los siglos XII y XVI, constituye uno de los ejemplos más tempranos del gótico español. Des su construcción destaca la fachada principal del templo, las columnas interiores que sustentan la bóveda, y la Capilla Mayor, con un altar neoclásico diseñado por el escultor Ventura Rodríguez.

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Continuamos por la calle del Obispo Valero y llegamos hasta las Casas Colgantes, edificios del siglo XIV que fueron utilizadas en la edad media como residencia de verano de la familia real. Antiguamente jalonaban toda la fachada que da a las hoces del río Huécar, aunque hoy solo se conservan dos, Casa del Rey y Casa de la Sirena. Una de ellas acoge el Museo de Arte Abstracto desde donde se puede contemplar una magnifica panorámica de las hoces y el entorno de Cuenca.

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Deshacemos nuestros pasos y regresamos a la Plaza Mayor para ascender por la empinada calle de San Pedro, formada por viejas casonas que fueron residencia del todo poderoso clero y la nobleza conquense. Llegamos a la Iglesia de San Pedro, situada en la plaza del Trabuco, esta presenta planta octogonal al exterior y circular en el interior. De origen románico, pero reformada en el siglo XVIII, tiene una hermosa portada barroca y en su interior un espléndido artesonado mudéjar.

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Desde la plaza del Trabuco, descendemos por la Ronda del Júcar para disfrutar de una bella perspectivas del río, hasta llegar al convento de los Descalzos. Mas adelante nos encontramos con la ermita de la Virgen de las Angustias, un pequeño edificio de arte popular construido en el siglo XVIII sobre una ermita del siglo XV, situada en un bello entono natural abierto entre las rocas.

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Dos recorridos que nos ayudan a entender la historia y la compleja fisonomía de la ciudad de Cuenca, encaramada sobre las elevadas hoces de los ríos Júcar y el Huécar. Con un trazado urbano islámico y medieval que refleja su más que dilatada historia, al igual que lo hace la orografía donde se halla enclavada. Además de estos recorridos urbanos, cabe la posibilidad de realizar otros tres por la zona de naturaleza, que recorren las hoces de los ríos, los miradores naturales y alguno puntos estratégicos.

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Flor de los Senderos”. Uno de estos senderos, forma parte del GR 66 de unos 5 kilómetros de distancia. Este recorrido pasa por los miradores del Rey, de San Cristóbal, de Rincón Seco y del Sagrado Corazón. Un fantástico recorrido durante el cual podremos disfrutar de unas excepcionales vistas de la Ciudad de Cuenca.

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El sendero SL 10 bordea el casco histórico, con hermosas vistas de las hoces del río Júcar y Huécar, y sube al Castillo. Esta ruta es circular y tiene una duración de unas 2 horas. El sendero SL 11 es el que pasa por el sitio de el Recreo Peral, el camino llamado de San Julián, el Mirador de la Ermita, las presas de las Granjas, el paraje de San Juan de la Rivera y Las Angustias.

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Además de disfrutar de las historia, la arquitectura, los museos y los bellos paisajes naturales que ofrece la ciudad de Cuenca, el viajero encontrará todos los servicios necesarios para pasar un agradable fin de semana en la ciudad.

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Existe la posibilidad de contratar un servicio de guía y acercarse hasta las antiguas minas romanas y las ciudades de Ercávica, Segóbriga o Valeria. Practicar la escalada en las propias hoces que rodean la ciudad antigua, o aprovechar para mostrar la destreza que uno tiene con los pinceles y llevarse enmarcado, el paisaje conquense como recuerdo de este viaje.

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One thought on “Cuenca, un viaje al interior de su historia y de su paisaje

  1. Muy bien Trotamundos, se nota que nuestra ciudad te enga nchó, solo una cosa Casas Colgadas que no Colgantes.
    Saludos

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