El Rincón del Trotamundos. Crisa. 18/12/2013
Es volver, volver a ser, a sentir…el aire humedecido, el agua que corre, la intrepidez de las nubes. Otro horizonte, el más esencial, donde el todo se conjuga. Recuerdo el Putumayo, a Don Botina, a los niños cofán, a los Tetetes – Pueblo Muruy.
El silencio recobra el sentido, la vida se desborda y siento que crezco. Es un regalo exuberante y hermoso. Las ceibas con sus brazos extendidos, los tonos diversos de verdes y amarillos, los nidos de oropéndolas colgados de los árboles. El camino del agua que se bifurca, que lejos de cerrarse se abre como un manto.
El Napo con tantas orillas, con tanta vegetación alrededor. Me maravilla cada árbol, cada parte de bosque, cada tronco, cada follaje, el copal, el higuerón, los bambús…Pasan horas, bajamos por el río, pero es como si fueran segundos. El tiempo es otro, fluye con el río. Los horizontes se encuentran, se abrazan.
El sol se pone más intenso, las nubes juegan en el cielo y el agua media turbia corre rápido a las faldas de la canoa. Palizadas son arrastradas por la corriente. Solo mantengo mis ojos bien abiertos, mis sentidos disfrutan de cada vaivén, de cada nuevo cielo, de cada bosquejo…acaso es una acuarela cambiante, un trazo mágico de nuestros sentidos o un garabato prodigioso?
Celebro el Yasuní, cada ápice de vida, cada movimiento, cada vínculo. Es así como se creó el mundo, con un latido de agua que no puede mutilarse.
A Belia, por su ímpetu y travesura
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