Huascarán camino hacia la cumbre

 

EXPEDICIÓN ESPAÑOLA AL HUASCARÁN 2012 (VI)

El Rincón del Trotamundos. Manuel Santervás Martín 17/7/2012

Cuarto día

Las doce y media era la hora para “desayunar” y partir hacia la cumbre. Cuando suena el despertador nos miramos y permanecimos en el saco sin saber qué hacer…el viento no ha amainado y la nieve entra por las aberturas que tiene la tienda.. las ráfagas fuertes hacen tambalearse nuestro hogar de lona y parecen querer arrancarlo y lanzarlo pendiente abajo.

Alguien se ha levantado en medio de la ventisca y dice que quien esté dispuesto a subir que se vista que partimos para arriba, otro guía dice que hay que desmontar el campamento y bajarse porque el fuerte viento puede rasgar las tiendas y dejarnos a la intemperie, hay confusión no se sabe qué hacer. Nos vestimos, tomamos un gel y una barrita energética y vamos a ver qué pasa.

Estamos casi todos reunidos en medio de la ventisca entre las tiendas intentando acordar qué hacer. Intentar irse para arriba en estas condiciones era poco menos que un suicidio, pero tampoco queremos renunciar a tener nuestra oportunidad por pequeña que esta pueda ser si el tiempo mejora. Se impone la cordura y decidimos volver a las tiendas y esperar si mejora esta noche, o si no permanecer una noche más en el campo 2, aunque no hubiera comida suficiente para intentar un ataque a cumbres con garantías de poder tener éxito.

En nuestra tienda decidimos quedarnos vestidos con el arnés puesto y jugar un rato a las cartas. Si a las tres no ha mejorado nos acostaremos. Entre partida y partida, a eso de las dos y media el viento paró bruscamente y nos encontramos en medio de una noche plácida y tranquila… es increíble…alguien dice que nos vamos en media hora, bullicio en las tiendas, aceleraciones que pasan factura al mínimo movimiento pues el pulso se disparaba…

Tres de nosotros no irán para arriba, uno por las quemaduras en los brazos por las caídas, otra  por una infección en una rozadura en los pies agravada por una hemorragia y el tercero por acompañar a su pareja en un descenso que iba a ser delicado pero que convenía efectuar cuanto antes. No hay nada que mejore a esta altura y cualquier pequeño mal que tengas te limita para que puedas hacer actividad.

A las tres nos estábamos encordando, sin desayunar, sin apenas hidratarnos y con un frio difícil de describir partimos hacia las laderas empinadas del Huascarán Sur. Nuestra cordada va delante pero pronto nos alcanzan otras dos que van a mejor ritmo. El camino hacia la cumbre es difícil de encontrar porque por un lado la nieve caída y el viento han borrado las huellas y por otro una avalancha ha destrozado el puente que franqueaba una rimaya en la parte inferior.

Encontramos el paso por una estrecha canal situada más a la izquierda, no con mucha inclinación, tal vez 45º de nieve dura, sencilla de subir pero agotadora a esta altitud. Seguimos esquivando seracs mediante rodeos a uno u otro lado y realizamos una travesía hacia la izquierda sorteando grietas hasta un punto donde la pendiente disminuye y comienza a amanecer. Son las seís de la mañana y estamos a 6300 m, hasta ahora la subida ha sido bastante llevadera a nivel físico y mental.

El espectáculo del amanecer es increíble con la luz naranja dando a las siluetas de todos los picos de la cordillera, pero también es increíble el frio que hace. Mi compañero tiene problemas en las manos debidos a las bajas temperaturas. Desde aquí hasta la cumbre la subida es un ejercicio mental de paciencia y sufrimiento, de determinación y paciencia, de control y sacrificio… una pendiente de unos 25º interminable que debes subir pasito a pasito sabiendo que algún día llegarás y sin cometer el error de acelerarte porque lo pagarás agotándote rápidamente.

Las dos cordadas que iban a la par nuestra están ahí, una a 50 m por encima, otra a 200, una distancia que significaría cinco o diez minutos a otra altura pero que aquí serían una hora de diferencia al llegar a cumbre. La ruta está marcada por banderas y sabía por lo que me habían contado que el Huascarán se hace duro porque cuando crees llegar a cumbre descubres una nueva ladera que te espera, así hasta cuatro veces…

Mi compañero de cordada, siempre fuerte en montaña, tiene un mal día hoy… tal vez la altura, tal vez la falta de hidratación, de comida, de sueño… de todo un poco hace que vaya vacío y debamos parar cada poco. Eso nos hace ir lentos, pero también favorece el que vaya muy cómodo  a pesar de dónde estamos. Esto es una lucha entre el cuerpo que dice bájate y la cabeza que está empeñada en subir y la cabeza va a ganar esta lucha.

Nos encontramos con las primeras cordadas que bajan, nos abrazamos emocionados y nos dan ánimos, prometemos celebrarlo una vez abajo. Seguimos, poco a poco, poco a poco, vamos a llegar estamos convencidos. Una nueva bandera más allá parece ser la última para llegar a la cumbre, no… hay otra… seguimos y ya… no hay nada más allá. Hemos llegado, son las nueve y media de la mañana y como todo en la vida, se consigue si se sigua con verdadero ahinco.

No hay muchas emociones, el esfuerzo nos ha dejado tan vacíos que no somos muy conscientes de dónde estamos. Tomamos fotos, esta vez compruebo que quedan bien las de la cumbre. He llegado bastante más entero que al Chopicalqui el año anterior, pero también he de decir que me ha calado bastante menos, y la montaña es bastante más fea en este caso también. A pesar de que el sol está ya algo alto, no calienta apenas nada y el viento que corre nos obliga a ir pensando en bajar pronto.

Para abajo es más sencillo, la nieve aún está en buenas condiciones y nos encontramos con cordadas que suben… todas preguntan lo mismo… cuánto queda para acabar esta interminable rampa final. Les damos ánimos, especialmente a los últimos de nuestros compañeros que están haciendo un ejercicio de determinación fuera de lo común por lo que les está costando y su empeño en conseguirlo a pesar de todo.

Hacemos algunos rápeles, alguna parada para comer y descansar. La comida entra algo mejor ahora, hacia arriba cualquier intento de comer algo sólido era provocarte el vómito de modo instantáneo. A las doce y media estamos cruzando los últimos metros de puentes de nieve para llegar a nuestro “hogar” a casi 6000 m.

Bebemos algo por fin, nos acostamos la siesta casi dos horas. Sólo nos levantamos para cenar una sopa y un poco de pasta que se congelaría rápidamente. Todos estamos muy tocados por el esfuerzo realizado, no hay demasiada alegría, sólo satisfacción por conseguirlo pero la opinión unánime de que no es demasiado bonita esta última subida y la pena por los tres compañeros que no han podido ni intentarlo. Notamos al estar en grupo su falta, y eso nos hace estar tristes.

A las siete estamos de nuevo intentando dormir….

Quinto día

A las doce, tras cinco horas seguidas ya estamos despiertos todos los de la tienda. Hoy hace menos frío pero la altura, los bultos, la estrechez no hace que sea un sitio idílico para dormir. Hasta las cinco que nos levantaremos a hacer las mochilas, pasan las horas de modo lento e interminable, ya no sabemos cómo ponernos, nos duele todo el cuerpo sea la postura que sea la que pongas, sólo el cansancio extremo ayuda a conciliar pequeños duermevelas.

A las cinco nos levantamos y realizamos la tarea harto complicada de realizar la mochila, ponerse el equipo, arnés, botas sin que nada se moje dentro de la tienda helada y salir a ponerse los crampones y recoger esterillas, ajustarse todo…A las 6 nos vamos, no desayuno nada más que algo caliente, vámonos cuánto antes este lugar desgasta físicamente y me temo que también mentalmente.

Mi compañero de cordada aún está afectado por la altura, algún otro lo ha pasado aún peor y tiene algunos síntomas del mal agudo de montaña pero por suerte todo esto mejora en cuanto perdamos metros pendiente abajo. Algunos rápeles en la canaleta, algún destrepe con piolet  y vamos saliendo delante del gran grupo de gente. Después nos enteraremos de que un porteador tiene un accidente al resbalar por el hielo mientras realizaba rapel y le clava sus crampones a otro.

Atravesamos el campo 1, hoy desierto, nos desencordamos y avanzamos charlando hacia el refugio Don Bosco. Nos quitamos los crampones y bajamos con cuidado las primeras rocas aborregadas del glaciar En el refugio reponemos fuerzas comiendo unas patatas y descansamos un ratillo. La bajada al campo base nos hace estar a todos alerta, no es un lugar para resbalarse y bajamos todos bastante cansados.

Afortunadamente llegamos al campo base a media tarde y hay sitio de sobra para plantar las tiendas con holgura. En una de las chorreras que caen en las cercanías del campo base nos aseamos tras varios días de toallitas húmedas y aunque no muy higiénico si resulta refrescante el baño. La cena es algo más contundente y confortable. Celebramos el logro conseguido hemos hecho cumbre los ocho que lo intentamos, aunque no nos quitamos de la cabeza los tres compañeros que también lo hubieran logrado de haber tenido oportunidad.

Cantos, chistes, anécdotas se suceden… esta noche nos vamos a dormir a la tardía hora de las diez… pronto el cansancio nos rinde.

Sexto día

Dormimos del tirón, por primera vez en muchos días, sólo el pisar de alguna mula que llega para cargarla al amanecer nos despierta. Preparamos los petates, todos tenemos prisa por bajar, ducharnos, comer en condiciones, descansar…. Viendo el rostro demacrado de mis compañeros me imagino cómo será el mío.

El camino que a la ida nos llevo cinco horas, nos lleva sólo dos de bajada. Comentamos nuevos proyectos, sensaciones, ilusiones… bajamos de nuevo a la prima de riesgo, a la recesión, nos enteramos de accidentes en el mont blanc…hemos pasado seis días desconectados de todo y aterrizar en la realidad cuesta trabajo.

Tras el viaje, el aseo, la reunión con nuestros compañeros que están ya mejor en Huaraz,  la comunicación con familiares y amigos nos reunimos de nuevo y queda en todos la sensación de vacío tras conseguir un reto, ¿merece la pena tanto esfuerzo físico, temporal, económico, mental para una cumbre?… Hemos vivido una experiencia única, tanto a nivel personal como grupal, hemos pasado por lugares mágicos, hemos tenido que superarnos a nosotros mismos y a nuestros miedos para estar allá arriba… Parafraseando a dos grandes alpinistas… primero a Maurice Herzog (primer hombre que subió un ocho mil)… “hay otros Huascaranes en la vida” intentaremos tener nuevos proyectos que nos hagan avanzar (de hecho algunos de nosotros en los días libres que nos quedan nos iremos a escalar otro nevado por la zona)… y a Gastón Rebuffatt “no trates de llenar tu vida de años, sino tus años de vida”… Hemos vivido algo irrepetible que quedará en nuestras vidas, tratemos de seguir llenándola de cosas que merezcan la pena.

NOTICIAS RELACIONADAS

Expedición española al Huascarán (6.768)

Aclimatar… una cuestión fundamental

Amanece de camino al Nevado Ishinca

La arista suroeste del Tocllaraju, un intento fallido

Huascarán, techo tropical

 

3 thoughts on “Huascarán camino hacia la cumbre

  1. Enhorabuena Manolo, eres un fenómeno. Grandísimo montañero y mejor persona. Felicitaros a todos, a los que lograsteis subir y a los que no. No sabéis la envidia sana que me dais!!!!

  2. Felicidades Manolo y Robert, espero que esta sea una de tantas montañas que subais, sois unos cracks y a ver si en persona me comentais esta increible experiencia. Un abrazo.

  3. Manolo, no me dejas de sorprender! Me ha encantado tu relato.
    Para mí ha sido todo un honor poder compartir esta experiencia con el grupo en general y contigo en particular.
    Por supuesto que merece la pena tanto esfuerzo físico, temporal, económico, mental y entrenamiento para conseguir aquello que te propongas. A fin y al cabo todos estos momentos están ahí para conocerlos y disfrutarlos, ¿por qué no hacerlo?
    Espero poder seguir disfrutando de otras aventuras como esta con gente como vosotros.
    Rober.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.