MÁS ALLÁ DE LA LÍNEA DE WALLACE

Texto y Fotografía de Juan José Ramos Encalado

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Quiero compartir con vosotros una experiencia viajera en las remotas islas de la Sonda, en Indonesia que tuve ocasión de disfrutar hace unos años.
Indonesia es el mayor archipiélago del mundo, con casi 13.000 islas, algunas como Borneo o Sumatra, mayores que la Península Ibérica y otras de apenas unas hectáreas. Infinidad de mundos que abruman al naturalista curioso por no poder asimilar tanto, y siempre el recuerdo del pionero, … Alfred Russell Wallace. El naturalista decimonónico que encontró que el mundo al este de la línea que lleva su nombre era diferente al Oeste. Línea que pasa entre las islas de Bali y Lombok, y entre Borneo y Célebes, abriendo hacia el Este un mundo que no ha estado en contacto con Asia continental y presenta un carácter australiano. Es el mundo de las pequeñas islas, con extensas selvas, sabanas, volcanes y arrecifes de coral. Un lugar donde Wallace llegó simultáneamente a las mismas conclusiones que Darwin, pero su carácter vividor no le hizo ser reconocido como uno de los padres de la Teoría Evolutiva.

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Surgió que tras varios viajes por el Sureste de Asia e Indonesia, me encuentro un buen día en el aeropuerto de Denpassar (Bali) en vuelo a Labuhan Bajo (Flores). Extensas sabanas costeras, de arbustos espinosos sobre campos de lava. Calor. No queda lejos la cueva de Liang Bua, que saltó a la fama tras el descubrimiento de subfósiles atribuidos al diminuto hombre de Flores, y que según las leyendas locales, aún sobreviven en las selvas de Ruteng y Pottawangka. Bosques maravillosos donde asombrarse y perderse, y aldeas de pescadores donde se cae en la cuenta de la no menos importante diversidad lingüística y cultural. La isla de Flores se extiende por 17.000 kilómetros cuadrados, más o menos lo que una de las provincias extremeñas y se hablan 4 idiomas totalmente diferentes y como lengua franca se ha de recurrir al bahasa Indonesia.

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En un barco nos dirigimos a la isla de Rinca en el vecino “archipiélago de Komodo”. Marchas por sabanas de palmeras en las que se ven los gigantescos varanos: el dragón de Komodo. Supongo que debe ser parecido a pasearse por el Jurásico. Grandes reptiles sesteando a la sombra de arbustos. Un paisaje asombroso.
En el dédalo de islas que hay en esta zona hay infinidad de lugares donde el buceo es como hacerlo en un acuario: coral, almejas de 1’5 metros, erizos de mar, multitud de peces, tiburones, tortugas de mar, todo ello sobrevolado por las fragatas. En la zona, tras tanto color, una pausa para asombrarse en matices de blancos, negros y naranjas crepusculares en la isla de Sanggeang, en medio del mar, camino hacia la isla de Moyo en el norte de Sumbawa y hacia Lombok.
En esta parte de la travesía hay 2 faros que nos guían. El volcán Tambora en el Norte de Sumbawa y el Rinjani en Lombok. Esta última, con unos 3.700 metros es la montaña más alta de esta asombrosa región, la Wallacea.

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