Este tramos del sendero que discurre entre Arou y Cabo Vilan, es uno de los más complicados, no por su dificultad geógrafa, sino por lo mal señalizado que se encuentra el camino debido a que en esta zona crece con mucha rapidez la vegetación y tapa las marcas y el propio sendero. Por lo de más, el camino, al igual que los tramos anteriores, discurre por zonas de prados, acantilados y monte bajo, atravesando playas, ensenadas y montículos rocosas de granito que elevan al paso del camino.
El Rincón del Trotamundos. José Luis Pina
A partir de ahora, las etapas son muy largas, de entre 26 y 32 kilómetros, estos se hacen larguísimos debido principalmente a que el camino no está limpio y hay que ir muy despacio para investigar donde están las marca y el propio camino, pues hay zonas que resulta peligroso al no ver los tojos mal cortados y sobre todo en zonas que van pegadas al acantilado. Hay tramos donde los helechos superan los dos metros de altura por lo que se nos presenta el problema de ¿que hacer? Pues el avance se hace muy lento.
Decidimos dividir las
rutas para poder ir más tranquilos, pues llegamos a las poblaciones con el
tiempo justo y nos daba el tiempo justo para cenar y poco más. No teníamos
tiempo de ver los pueblos ni quedarnos en alguna de las playas por las que
atraviesa el camino un rato para poder bañarnos y disfrutar algo más del
paisaje y la naturaleza. Haciéndolo así, hemos acertado, ya que nos permite
hacer mucho más y disfrutarlo el doble. Uno de los compañeros no hace la ruta
por cansancio, por lo que nos deja en Arou, y luego nos recoge en el Cabo
Vilan.
El tramo del camino que
discurre entre Arou y el Cabo Vilán, es prácticamente el mejor tramo del camino
y el más bonito de todo el recorrido del Camiño dos Faro. Es el origen de una
serie de naufragios de barcos de la marina inglesa ocurridos entre finales del
siglo XIX y primeros del XX, con cientos de fallecidos en el Serpent. Cientos
de restingas asesinas se adentran en un mar que no da tregua, y que no
entiende, sólo trabaja…
Salimos de Arou y nos
dirigimos por la Ensenada de San Ferreriro al mirador de Lobeiras y a la Playa
del mismo nombre. Desde aquí, por un sendero entre tojos, recorremos los coídos
de cantos rodados en medio de un paisaje único hasta llegar al pequeño Puerto de
Santa Mariña, que cruzaremos para ascender por el penal de Veo, en las
estribaciones de la duna Monte Branco.
Al llegar arriba, observamos una de las panorámicas más espectaculares del Camiño dos Faros, con la duna, la Playa de Trece, toda la Punta Boi y el Cementerio de los Ingleses. El mar rompe con fuerza en el Cementerio donde descansan las victimas del Serprent. Al fondo ya vemos el Cabo Vilan, entre calimas, y que aún tardaremos cerca de tres horas en llegar.
El camino de Punta Boi a Vilan, nos lleva por todas las playas de Reira, a través de una cómoda senda que recorre el litoral salvaje y solitario hasta subir por Monte Pedroso y llegar al Faro Vilan. El Faro Vilán es uno de los símbolos de este camino, desde su puesta en funcionamiento, ha sido la luz que ha guiado a todos los barcos que cruzan estos mares de intenso trafico marítimo, y es sin duda, un lugar mágico de este Camiño dos Faros.
El faro se adentra en el mar sobre un promontorio rocoso de 100 metros de altura. Tiene una torre octogonal de 25 metros de y su luminosidad alcanza las 10 millas, siendo uno de los más potentes de la época, allá por el año 1896. En 1962 se reformó la óptica alcanzando 28 millas y añadiéndole un edificio que sirve de casa a los fareros. Hoy en este edificio, hay un museo del faro con un pequeño bar, y una tienda de recuerdos para que los viajeros además de saciar la sed, puedan llevarse un recuerdo de este mítico lugar.