Aunque menos profundo y espectacular que los cañones del Duero y el Tormes, el arribe del Huebra no ha sido embalsado, por lo que la capacidad erosiva de la naturaleza continúa su lento y transformador proceso creador del relieve.
El Rincón del Trotamundos. Javier Elcuaz del Arco
Para conocer esta interesante formación geológica seguiremos una ruta balizada de senderismo desde la localidad salmantina de Saldeana. Serán unos cinco kilómetros, con escaso desnivel, que nos llevarán a disfrutar de otros alicientes no menos interesantes.
Saliendo de Saldeana en dirección oeste encontramos el cartel informativo donde comienza la ruta. Siguiendo las marcas blancas y amarillas, indicativas de los senderos de pequeño recorrido, llegamos a dos molinos harineros junto a una zona de merendero. Las aguas del Arroyo Grande movían su maquinaria, hoy desaparecida. Sin embargo, los edificios y sus acequias se han restaurado respetando los materiales y la construcción tradicional.
Continuando nuestro caminar, nos situamos sobre el profundo cañón que ha labrado el río Huebra en el lecho granítico de la zona. El mirador del Fraile y la Monja se asoma al vacío frente a una pared de más de ciento cincuenta metros que se levanta sobre la sonora corriente del río. Los colores de los líquenes que tapizan la piedra, la verticalidad de la colosal estructura pétrea, las formas caprichosas de los bloques que rematan su cima, sobrevolada por la colonia de buitres leonados que habita en las repisas naturales del entorno, componen un espectáculo fascinante del que cuesta alejarse.
Un poco más adelante encontramos el mirador del Jormo en un lugar para disfrutar de otro de los alicientes de este recorrido corto, pero generoso en proporcionar sensaciones de plenitud. El meandro que ha tallado el río atrae poderosamente la mirada ante una forma fascinante por su belleza y magnificencia. El estruendo de las aguas que corren por el fondo del cañón, la rica vegetación mediterránea que nos envuelve y la sensación de bienestar que produce el sol de enero en esta comarca, nos llevan a un estado de felicidad como pocos lugares producen.
La ruta da la espalda al cañón que tan buen estado de ánimo nos ha dejado. Un cartel a nuestra derecha nos habla de Los Vasitos. Seguimos esta indicación y a unos trescientos metros encontramos un lavadero que ha sido restaurado para recordar los usos de épocas pasadas que, afortunadamente, se han superado para el alivio de las personas que venían hasta aquí a lavar su ropa. El conjunto se integra armoniosamente en este privilegiado entorno.
Antes de regresar a Saldeana aún nos queda otro de los significativos lugares de interés de este recorrido corto, pero tan generoso en sus aportaciones. Se trata de los restos del castro vetón El Castillo. Se conserva parte de la muralla que defendía su perímetro en el tramo que el profundo cañón del Huebra dejaba desprotegido. También nos asombramos con la cantidad y el tamaño de las piedras hincadas que sus primeros moradores añadieron como otro elemento defensivo.
Apenas nos queda un kilómetro para regresar al lugar donde dejamos los coches en Saldeana.
Aprovecharemos la vuelta a casa para seguir disfrutando en esta tierra que tanto tiene que ofrecer. La carretera que nos llevará al Cachón del Camaces atraviesa el río Huebra por el Puente de La Molinera. Es un puerto en V que desciende más de cuatrocientos metros y los recupera para volver a la penillanura salmantina. Merece la pena una parada para contemplar el profundo valle atravesado por el puente que en breve cruzaremos.
La carretera que llevamos pasa junto al Cachón del Camaces, una cascada entre enormes formaciones graníticas por donde las aguas de este río salvan un desnivel vertical poco antes de unirse a las del río Huebra. Desde el mirador, situado junto a la carretera, tenemos una buena vista sobre la cascada. Un pequeño sendero, no señalizado, baja para ofrecernos otras vistas hasta llegar al nivel de las vertiginosas aguas.
Con una buena colección de bellas imágenes y gratas sensaciones dejamos el Parque Natural de los Arribes del Duero hasta la próxima ocasión que se nos presente para disfrutar en otros de sus muchos rincones.
¡Qué chula, Javier! Buenas fotos. Parece mentira que aún nos sorprenda la provincia después de tantos años saliendo al campo.
¡Y lo bien que te lo pasas cuando descubres algún rincón tan interesante como este!