El Rincón del Trotamundos. Javier Elcuaz del Arco
Aunque Espigüete y Curavacas no son los montes más altos de la Montaña Palentina, sí son los que despiertan mayor atracción por ascenderlos a todos aquellos que aman la montaña.
Tras muchos años de práctica de senderismo de montaña, por fin se dieron las condiciones para alcanzar las cumbres de estos picos.
Desde Salamanca tardamos poco más de tres horas en llegar al aparcamiento que da acceso a la ruta de la arista este y a la de la cara norte del pico Espigüete. El aparcamiento tiene capacidad para unos veinte vehículos y cuando llegamos aún queda algún espacio vacío. Estamos a diez de junio y la afluencia no es muy grande.
Iniciamos la ruta de la arista este por un sendero que comienza en el mismo aparcamiento. Nos espera una ascensión de mil doscientos metros y un recorrido de casi once kilómetros hasta alcanzar la cumbre. Por sendero bien marcado ganamos altura rápidamente hasta alcanzar la arista, limpia de nieve en esta época del año. En la cara norte, fuera de nuestra ruta, todavía sobrevive algún nevero. El tiempo despejado nos ofrece una roca seca para caminar sobre ella con total seguridad. Flanqueamos los espolones más verticales por pequeñas sendas marcadas con hitos. Quienes dominan la escalada no tendrán ninguna dificultad en subir directamente por ellos.
A medida que ascendemos otros picos de la Montaña Palentina se ofrecen a nuestra contemplación elevándose sobre el amarillo de la floración que inunda valles y laderas. Caminar por la arista tiene la ventaja de disfrutar la fresca brisa que desplaza el aire en altura.
Primero alcanzamos la cumbre este. En la distancia, hacia el este, el pico Curavacas nos ofrece su oscuro perfil como retándonos a alcanzar su cumbre. Hacia el norte dominamos con la vista los tres grises macizos que forman los Picos de Europa. Hacia el sur el color azul del embalse de Camporredondo contrasta con el verde dominante de la vegetación y el gris de la caliza.
La arista continúa hacia el oeste, donde la cumbre principal se levanta imponente separada de nosotros por una quebrada arista. La anchura de la arista es más que suficiente para caminar sobre ella con total seguridad. En algún momento nos ayudamos con las manos para superar los pasos más verticales que en ningún caso presentan una verdadera dificultad para quienes están habituados a caminar por las montañas.
En la cumbre principal, donde se encuentra un vértice geodésico y una cruz conmemorativa, coincidimos, entre otros, con un grupo numeroso de montañeros vascos inmortalizando fotográficamente el momento. Vemos como la montaña se prolonga hacia el oeste hasta su tercera cumbre. Allí nos dirigimos, para contemplar sin ningún impedimento y disfrutar a placer con la vista del embalse y la montaña de Riaño. La panorámica que se ofrece desde este punto es verdaderamente hermosa.
De las tres posibilidades que tenemos para regresar, cara sur, norte o repetir la arista, elegimos esta última. La experiencia será un acierto total. Vamos relajados, pues ya conocemos la ruta y, por lo tanto, disfrutamos con las preciosas vistas que nos ofrece la Montaña Palentina en esta colorida época del año.
Dedicaremos nuestra segunda jornada en el Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre al pico Curavacas.
Seguiremos la ruta del Callejo Grande que comienza en la pequeña localidad de Vidrieros. Salimos del pueblo por una pista en dirección noroeste. Caminamos entre prados dejando a nuestra derecha el arroyo Cabriles, que nos conducirá por un refrescante bosque de ribera hasta la base de nuestro objetivo, donde nace este curso de agua.
Al salir del bosque contemplamos el frente oscuro y magnífico que presenta esta montaña de formas complejas. El Callejo Grande es la formación herbosa, más ancha, que sube hasta la cumbre entre verticales formaciones de conglomerado.
Volvemos a encontrar el mismo grupo de montañeros vascos que conocimos en la cumbre del Espigüete. Con ellos compartiremos la ruta hasta alcanzar la cima.
Evitamos las pedreras de fina roca que cubren la base de este monte ascendiendo por la derecha sobre un terreno más firme. Una vez en el Callejo seguimos el único camino, señalado con hitos, que nos llevará por los mejores pasos hasta salir a la cara norte. Aquí nacen varias de las vertiginosas canales que dan la belleza al Curavacas. A pesar de la verticalidad de esta zona, con algún paso donde hay que ayudarse con las manos, seguimos la senda que nos lleva hasta la cumbre sin ninguna dificultad técnica.
En la cima nos demoramos plácidamente disfrutando con el frescor del viento de altura, dejando vagar la mirada por montes y valles hasta el lejano horizonte. Entre las cumbres del oeste de esta larga formación montañosa destaca la blanca silueta triangular del Espigüete, ofreciéndonos a la vista la arista este que recorrimos el día anterior.
Regresamos por la misma ruta seguida para la subida. De tanto en tanto se impone una parada para dar un merecido descanso a las piernas por el esfuerzo que exige el descenso por este terreno tan pedregoso. El mayor alivio lo encontramos en las frías aguas del arroyo Cabriles que vivifican los músculos fatigados.
Para realizar estas dos rutas solo es necesaria una buena condición física y conocimiento de las condiciones de la montaña para evitar sorpresas desagradables causadas por una climatología adversa o por otros motivos. La verticalidad de algunos pasos aconseja abstenerse a las personas con vértigo a la altura.
Nos alojamos en el albergue Sierra del Brezo, en Velilla del Río Carrión. Un lugar muy recomendable en todos los sentidos: trato afable, localización en el Pinar de Velilla, instalaciones amplias y acogedoras…