Dos cumbres para disfrutar en la Montaña Palentina
El Rincón del trotamundos. Javier Elcuaz del Arco
No solo las cumbres más altas producen el placer que compensa el esfuerza de alcanzarlas. Hay picos de menor entidad con los que disfrutar plenamente las jornadas montañeras.
Llegamos a la Montaña Palentina después de un corto descanso en Frómista, donde aprovechamos para contemplar la armonía de formas y proporciones que los canteros del siglo XI inmortalizaron en la iglesia de San Martín.
La primera ruta nos llevará hasta el pico Murcia. El otoño pone sus colores en los fresnos, abedules y servales nutridos por el arroyo de las Lomas nada más salir de Cardaño de Arriba.
Vamos siguiendo la senda de la laguna de las Lomas que dejaremos pronto, para remontar, primero, el arrroyo Valcabe y luego el Valcaliente. Algunas vacas pacen tranquilamente en las praderas bajas resguardadas por la corona de picos de la montaña palentina.
Cuando ganamos la cuerda del pico Peñas Malas, la panorámica que se nos abre hacia el norte no puede ser más espléndida: en la distancia los tres macizos de Picos de Europa cierran el horizonte con penachos de nubes blancas que se levantan de los valles.
Por una fina arista de conglomerado continuamos nuestra ruta hacia el sur. Nuestra mirada se pierde en una continuidad de valles y cumbres donde destaca el brillo de la lámina plateada del embalse de Riaño sobre los dorados otoñales de los bosques.
Pero, una y otra vez, la mirada se vuelve hacia atrás para contemplar el camino ya recorrido y en la distancia el abrupto perfil de los Picos.
Buscamos los pasos más seguros por la accidentada configuración de Peñas Zamurdias. Hay mucha piedra suelta que obliga a prestar atención en nuestras pisadas.
En una zona resguardada en el collado de Peñas Caburdas nos detenemos para comer. La Cordillera Cantábrica recuerda un verde mar detenido en el tiempo. Los cortados verticales de la cara norte del pico Murcia casi tapan la mole gigantesca del pico Espigüete.
Nos ponemos en marcha para alcanzar la cima del día caminando sobre alargados fragmentos de pizarra.
Alcanzar los 2351 metros del pico Murcia supone un esfuerzo del que nos reponemos rápidamente contemplando la majestuosidad e inmensidad de este paisaje tan rico en formas y colores.
Seguiremos el cordal por la Cerezuela y por la pista que corre paralela al arroyo Arrilla resgresamos a Cardaño.
La ruta del segundo día nos llevará hasta los 2.499 metros del Mojón de las Tres Provincias.
Desde Cardaño de Arriba seguimos la senda balizada de la laguna de las Lomas.
Animados por la vista de las escarpadas agujas de Cardaño, que aparecen y se esconden tras la niebla que baila sobre la laguna, el ascenso mantenido se lleva con comodidad.
Junto a la laguna haremos la primera parada para reponer fuerzas. Las vamos a necesitar para superar la senda que lleva el nombre de Peña Prieta. A pesar del zigzag que describe la ruta, la fuerte inclinación de la ladera requiere emplear a fondo la capacidad física.
La grata sensación creada por el alivio que experimentamos al alcanzar la cuerda aumenta con la vista de la enorme cuenca donde la laguna de Fuentes Carrionas ocupa una pequeña porción. La prominencia principal que contemplamos es el pico Tres Provincias.
Ya solo nos falta un pequeño esfuerzo para coronar la máxima altitud del día. El juego de la niebla entre los picos y valles que contemplamos, nos habla de los inagotables recursos de la naturaleza para componer escenas cargadas de hermosura. Hacia el noreste se recorta el perfil de Peña Prieta, sustentado en su enorme masa que evoca la figura de un enorme animal descansando sobre su vientre.
En el descenso las verticales agujas de Cardaño atraen con fuerza la mirada.
Para regresar a Cardaño nos dirigimos al alto del Ves. Desde el collado del mismo nombre seguimos una senda, casi borrada entre la vegetación, que nos lleva de vuelta a la senda de la laguna de las Lomas.
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