El camino de Santiago Portugués Central


Rincón del Trotamundos. José Acera Cruz. 8/7/2012


Un nuevo viaje ciclo-viajero, unidos por el mismo objetivo, un número limitado de tres amigos, José Angel, Pablo y el que suscribe, nos hemos puesto de acuerdo, en hacer esta ruta que en un principio asusta, escuchar Camino de Santiago, es sinónimo de moda senderista, y el riesgo que ello conlleva de no poder hacer un viaje, en la paz y sosiego del pedaleo constante, acompañado del viento, de tus amigos y de la sensación de ir descubriendo cada rincón por donde transitas, en la casi soledad absoluta. Además Portugal, no deja de ser un país donde las construcciones no obedecen a una regla de núcleo urbano estable, sus edificaciones están, como todos sabemos muy diseminadas, con lo cual si sumamos los dos factores comentados, el cóctel de riesgo era bastante posible.

Sin embargo, una vez más, ponerte en camino es sorprenderte, un camino singular, donde la mano del hombre, ha tenido mucho que ver en ello, adaptándose al medio, siendo respetuoso con el entorno, para poder vivir de él de una forma ordenada y racional. Hablamos de la calzada romana, que cubre una parte importante del recorrido. Hablamos de los viñedos y su peculiar forma de cultivarse, pasando a tomar un protagonismo especial en parte del camino, hablamos de las cortinas de piedra, entre las que transitas casi de continuo, hablamos de las gentes, su amabilidad y su entrañable idioma.

Y como no el mar, y la adaptación durante kilómetros y kilómetros de sus playas salvajes, para ser paseadas por el hombre, a través de esa tarimas que permiten transitar sin dañar la duna viva en movimiento constante. Una sorpresa más, poco turismo senderista, por no decir que casi anecdótico. El camino de Santiago portugués nace en Lisboa, o en Oporto, o en Braga, …

Algo que debemos de tener en cuenta es que el peregrino partía de su lugar de origen, fuera el que fuese y aprovechando las calzadas comerciales existentes, iba avanzando hacia el Norte, en busca del sepulcro del apóstol, y precisamente esta país, tiene una malla incalculable de caminos que unen unas con otras poblaciones y facilitaba sin duda el peregrinaje. Concretamente, el camino central, por el que transitaremos, utiliza la la Vía Romana XVI, entre Lisboa y Braga, y nosotros partiremos desde Oporto, pero, nuestro camino en realidad comienza en Salamanca …

Salamanca- Pocinho-Oporto…Esta es una de las experiencias que a mí siempre me gusta recomendar; viajar en tren desde Pocinho a Oporto en uno de los trenes de los años setenta, permitirá al viajero, retroceder cincuenta años en el tiempo, acompañar al Duero en sus constantes revueltas para sortear el abrupto terreno, admirar la ladera norte de la montaña roturada y aterrazada prácticamente desde la frontera española, para exponer las vides que darán origen de sus famosos caldos. Disfrutar de sus añejas estaciones, azulejadas de azul y blanco, y con el siempre constante agetreo de las gentes, que necesitan tanto o igual del río como del ferrocarril.

De Oporto, poco que decir que no se conozca, ciudad de contrastes, donde el ambiente enmohecido, es parte de su belleza, paseando por la Ribeira, desde la parte alta del puente Luis I, dejándote llevar en la estación de Sao Bento, mirando libros en la famosa Librería Lello e Irmao, contrasta a la vez su decadencia con su ritmo industrial y portuario, como segunda capital que es de Portugal. Dormimos en la Pousada de  Juventude, un lugar más que recomendable, relación calidad precio. Y tuvimos la ocasión de cenar en el Restaurante Tía Aninhas, y al igual que el albergue, todo de primera, incluido el precio.  (25 kilómetros aproximadamente).

Oporto-Barcelos…Al día siguiente decidimos no partir exactamente por el camino central preparado, y aventurarnos bien arrimados a la costa para sentir el Atlántico de cerca. Fue un acierto sin duda, pues durante prácticamente cuarenta kilómetros, hemos rodado por el entablado de madera típico de las playas portuguesas, que te permiten disfrutar de la duna costera sin pisarla o ensuciarla. El entablado serpentea, muere y nace en los diferentes pueblos, y su “tratequeteo”, se hace familiar al cabo de unos pocos kilómetros.

En Sao Pedro de Rates, enlazamos con nuestro camino y ya comienzan las que serán nuestras fieles compañeras y guías, “las flechas amarillas indicativas del camino”, si no fuera por ellas perderte en los diferentes laberintos de poblaciones y de caminos, sería lo más normal. Aquí pudimos encontrarnos cara a cara con el famoso gallo de Barcelos, hoy símbolo de Portugal, y conocer su historia, que como leyenda es curiosa y vale la pena conocerla. Es interesante ver el museo al aire libre de  arqueología, justo por encima del puente de estilo gótico que da acceso al pueblo salvando el río Cávado. (75 Kilómetros aproximadamente).

Barcelos-Rubiaes…Camino de la Portela Grande, el techo de nuestro itinerario hasta Santiago, dejamos atrás en  ese día el incansable bullicio del mercado de Barcelos, la amurallada y romana ciudad de Ponte de Lima mostrando fuera de sus murallas el puente romano, enclave significativo en épocas, punto de paso obligado en las comunicaciones, y la huella del peregrino que desde tiempos remotos hace del puente obligado paso camino de su destino.

En Vitorino dos Piaes, nos hemos quedado sorprendidos con la megafonía de su iglesia y la “marcha”, que el párroco transmitía a toda la población, más que ganas de trabajar, daban ganas de ponerse a bailar y olvidar todo lo que estuvieras haciendo…no es mala idea para valorar lo importante y despreciar la penalidades terrenales…Los bosques por fin nos engullen hacia la Portela Grande y en su bajada un cómodo, nuevo y acogedor albergue nos espera, para reponer fuerzas y descansar. (50 Kilómetros aproximadamente).

Rubiaes-Arcade…Llegar a Valenca do Minho, nuevamente es sentirse sorprendido por la conservación histórica de su joya, la muralla y la ciudad intramuros, que están intactas. Gusta pasear por ellas en una mañana soleada, atravesar la Porta do Sol, o la Porta do Medio con su pasadizo, la Plaza de la República o cualquier rincón de esta ciudad debe de ser recorrido. Al igual que sentarse en sus terrazas y desayunar de nuevo, solo por el placer de disfrutar de las vistas y dejarte llevar por los encantos de sus gentes.

Nuestro camino sigue, y nos toca de inmediato atravesar el Miño y con él la frontera, todo en uno, saltamos de Valenca a Tui, ya estamos en España, y se nota, desgraciadamente no para bien, pues exceptuando la población de Tui, la cual compite en majestuosidad con Valenca, el camino se hace insoportable en algunos tramos, por la mala señalización, y las zonas por donde atraviesa, muchos polígonos y excesiva circulación como consecuencia de ir pegados a las carreteras. Aún así, poblaciones como O Porriño o Redondela, compensan los pequeños malos ratos.

Arcade no solo nos dio refugio para dormir, sino un esplendido paseo por su puerto pesquero, antes de cenar una mariscada, que para nada esperábamos y menos en ese precio,…¡todo un manjar!. (65 Kilómetros aproximadamente).

Arcade-Santiago de Compostela…Pues ya no nos queda mucho de nuestro camino, y aunque no vamos buscando la “Compostela”, pues no necesitamos demostrar a nosotros ni a nuestra fe, que el camino está recorrido, si que vamos sellando nuestro documento del peregrino, para, simbólicamente guardar el recuerdo. Nuestra credencial ya acumula cuatro sellos, uno por noche, solo resta el de este último día que culminará en la Plaza del Obradoiro….Viñedos singulares y cruceiros marcarán la ruta en el día de hoy, que para contrarrestar algunos de los ratos de ayer, nos deleitará con suaves caminos alejados de carreteras y de ruidos.

Pontevedra será una de las obligadas visitas, Plaza de la Ferrería o Rúa Real, para poco a poco buscar nuestro camino a través del Ponte do Burgo. Briallos, Caldas y Carracedo, como el cruceiro gótico de Rua do Francos, ponen el acento gallego a cada paso, y aquí sí que empieza a ser más habitual encontrar peregrinos de todo tipo, y textura; caminando, en bicicleta, a caballo o con animales de carga. Y así hasta alcanzar Santiago, donde se funde el turista de placer, con el ciudadano foráneo o con el peregrino que alcanza el casco histórico, tras  la última empinada cuesta de nuestro periplo.

Como eran las seis de la tarde aproximadamente, la ciudad estaba insultante y abarrotada, por lo que caminar se hacía difícil, sin parar cada dos pasos, bien para disfrutar de algún espectáculo callejero, bien para deleitarnos de sus calles, palacios, conventos, iglesias y tiendas, ¡qué de todo se disfruta!. (85 Kilómetros aproximadamente).

Al día siguiente nos despedimos, ya que yo regreso por la tarde a mi ciudad de origen, y los compañeros de fatigas o como decía Pablo, “…este es un viaje de placer, tirando a penitencia…”, continuarán un día más en Galicia, y para ello tendrán que salir temprano en tren. Yo aproveché para pasear nuevamente en Santiago, asistir a parte de una misa en la Catedral, sin botafumeiro, pero en latín, comer unas navajas, para que la penitencia no sea tanto, y si que me recuerde más a “…los tiempos del Majestic en Oporto.., ¡aquello si que eran tiempos!.

Hasta la proxima aventura que seguramente será con la familia, queremos pasar este verano una vacaciones en Cerdeña. No solo de penitencia vive el hombre, tambien de momentos de relas, ocio y fiesta. Ya vendrán otras rutas de dificultad, de aventura y de pedalear por caminos inciertos, de noches bajo el manto estrellado y amaneceres de silencio entre viñedos y hórreos. Otros componentes del grupo, durante el mes de agosto, tomaran rumbo hacia sudamérica para pasar unos días de vacaciones en Punta Cana, donde tienen unos amigos y disfrutar de estos maravillosos parajes que ofrece la naturaleza en este continente.




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