A la sombra del Fitz Roy y del Cerro Torre

 

El Rincón del Trotamundos. Manolo Santervas Martín. 6/1/2012

Estamos en el Chaltén, vamos a hacer dos rutas: una a la base del Fitz Roy y otra a la base del Cerro Torre, pero sólo dan un día bueno… hay que unirlas en una sola y patear como condenados… condenados a maravillarse ante la inmensidad del paisaje.

Dos montañas de fama mundial y justificada, son inmensas flechas de granito y combinada con el hielo en el caso del torre. Estamos a 600 m y sobrepasan los 3000 ambas cumbres. ¿Difíciles? Imposibles para el común de los mortales que tenemos que conformarnos con acercarnos a su base y disfrutar del espectacular paisaje.

Llevamos el coche al final del pueblo, para salir hacia la laguna Capri y el campamento Poincenot en la base del Fitz Roy, pronto la vista es sobrecogedora, no puedo parar de disparar fotos…. Bosques intactos, con troncos retorcidos, lagos azules, ríos transparentes, y al fondo… sobre todo este panorama…está la cadena del monte Chalten, la aguja Poincenot y el Fitz Roy de más de 3400 m. de él cuelgan inmensos glaciares, que dan a lagos en los que flotan icebergs.

Subimos a la laguna de los tres, son 400 m de desnivel en poco tiempo, pero la multitud de tábanos nos ayudan a aligerar el paso y subir como cohetes… El lugar, incomparable, único, desde esta laguna vemos 200 metros más abajo, desde el precipicio de una cascada la laguna sucia plagada de icebergs. Otra cascada cae sobre ella y forma un arco iris.

Bajamos a todo correr, la emoción nos ayuda, llevamos cuatro horas y vamos a hacer el tramo de enlace hacia la otra zona por las lagunas madre e hija. Son dos horas por bosques y sube y baja. Llegamos al camino de la laguna Torre y el campamento Agostini. Paramos a comer un rato.

A esta hora hay mucha gene por aquí. Vemos el cerro Torre apenas 5 minutos, que impresionante mole de roca y hielo que desafía al cielo acuchillándolo. Se nubla el macizo del Torre, pero subimos hasta la laguna para verlo de cerca. Sopla un viento endiablado, forma olas en la laguna. Esperamos un rato, se nubla más. Nos bajamos, en otras dos horas al Chalten. Total 32 kilómetros, pero la sensación de haber visto lugares únicos, de los que merecen la pena, de los que alimentan el alma, de los que nos imaginamos cuando soñamos.

 

 

 

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