El Rincón del Trotamundos. Javier Elcuaz del Arco
Aunque las cumbres del Pirineo Navarro no sean las más altas del sistema montañoso que nos separa de Francia, la belleza que las rodea compensa generosamente el esfuerzo de subir a ellas.
Los bien cuidados bosques de abetos y hayas que cubren sus faldas montañosas, los valles fluviales y glaciares que buscan las tierras llanas, las ricas praderías de montaña y los afloramientos de la roca que sustenta todo este conjunto, se fusionan armónicamente para producir una unidad paisajística de gran belleza.
La Peña Ezcaurre, de 2049 metros de altitud, es una poderosa formación caliza de más de tres kilómetros de longitud que emerge sobre hayedos y praderías por sus caras norte, oeste y sur. El profundo tajo de más de ochocientos metros de desnivel tallado por el río Veral lo separa de la Sierra de Alano por el este.
Para alcanzar esta cima seguiremos la Senda Pirenaica, o GR-11, desde el Puerto de los Navarros, en la carretera de Isaba a Zuriza. Iniciamos la andadura subiendo a la sombra del hayedo que rodea la Punta Abizondo y nos deja en el collado del mismo nombre. Al salir del hayedo tenemos ante nosotros la pendiente cara norte que en sucesivos zig zags nos dejará en una extensa meseta erizada de piedras verticales levantadas por quienes nos precedieron desde hace años, a juzgar por su elevado número.
Hay que llegar hasta el extremo este para contemplar el corte sobrecogedor que nos separa de la Sierra de Alano. Permaneceremos varios minutos identificando cumbres como el Midi d’Ossau, Balaitus, Gran Facha, los Infiernos… entre el sinfín de picos que se pierden en la lejanía.
Tras un vertiginoso descenso con alguna ayuda de las manos, llegamos al seco ibón de Ezcaurre ocupado por un rebaño de adormiladas ovejas.
A lo largo de unos cuatro kilómetros, la bien señalizada senda discurre por el despejado cordal que separa la selva de Berroeta del nacimiento del barranco de Urralegi. El último tramo de la ruta nos conduce por el interior de la selva de Berroeta hasta Isaba.
Pasamos la noche en el albergue Armaia Artepea de Urzainqui, muy recomendable por su buen trato, cocina, instalaciones (también para bici)… El día siguiente subimos al monte Ori, el primer dos mil occidental de Pirineos.
Comenzamos a caminar por la pista que arranca del Centro de Esquí Nórdico Abodi, en la carretera que sube al puerto de Larrau. Seguimos el descenso del río Pikatúa junto a hayas centenarias recién taladas en plena selva de Irati. La explotación forestal de este enorme hayedo-abetal no ha menoscabado su riqueza biológica.
Por otra pista que sale a la derecha, junto al inicio del barranco del Troncal, dejaremos atrás el frescor de las hayas y los abetos ascendiendo cómodamente hasta las primeras praderías.
Superada la elevación de la loma Muxumurru, descendemos al collado que nos separa del monte Ori. Vemos vacas en las inmediaciones y ovejas en la lejanía pastando tranquilamente en las soleadas laderas de esta cara sur por donde ascendemos.
La subida es dura hasta coronar la ansiada cumbre, pero la vista del mar de nubes, estático al norte de la cadena montañosa, a la vez que se derrama y se diluye en el aire más cálido de las laderas del sur, compensa todo el esfuerzo realizado. El monte Ori es un mirador natural privilegiado de buena parte del Pirineo y del norte de Navarra.