El Rincón del Trotamundos. Fotografía, Javier Elcuaz del Arco.
Al norte de León y al sur de los Picos de Europa, la cordillera Cantábrica cabalga entre dos cuencas fluviales, la Cantábrica al norte y la Atlántica al sur. Los ríos Sella y Cares, que delimitan el macizo occidental de Los Picos de Europa, son los encargados de recoger las aguas de la vertiente norte y configurar el relieve de esta parte del territorio, contando para ello con otros muchos pequeños afluentes que se van adhiriendo a los cauces principales.
La cordillera Cantábrica no solo delimita cuencas fluviales, sino también territorios, constituyendo una poderosa barrera natural difícil de superar. Por todo ello las vías de comunicación entre el norte y el sur de esta cadena montañosa, siempre han buscado los pasos naturales más propicios para pasar de una vertiente a otra con el menor esfuerzo posible. De esta forma las cañadas y cordeles, senderos, caminos reales y las carreteras de nuestros días, siempre se dirigen hacia los puntos naturales para cruzar las montañas.
Los ingenieros romanos, fueron los primeros en buscar estos pasos naturales, para trazar por ellos sus calzadas y transportar toda clase de mercancías, tropas y avituallamiento. De esta forma, además de conquistar los territorios y asegurar la comunicación entre ellos, también ponían en funcionamiento el comercio y saqueaban los recursos naturales de las tierras ocupadas.
El puerto del Pontón fue testigo de esta estratégica política de los romanos, pues según cuentan los historiadores, por este lugar pasaba la calzada romana que descendía por el desfiladero de los Beyos y comunicaba León con Asturias. En un principio, la calzada fue concebida para transportar las legiones romanas que perseguían a los Cántabros, quienes se retiraban camino de su refugio en los montes Vindio (Picos de Europa), tras la derrota sufrida en la célebre batalla de Bérgida (actual Burón).
Rememorando esa sangrienta batalla, en la que los romanos cortaban las manos a los prisioneros Cántabros, se ha marcado un sendero que nos lleva del Puerto del Pontón, hasta la aldea leonesa de Oseja de Sajambre. Un camino que parte de uno de los puertos de la cordillera Cantábrica más emblemáticos, por las espectaculares panorámicas que desde este lugar se tienen de los Picos de Europa, los valles del Sella y el Care. En estos dominios se encuentra uno de los hayedos más valiosos del Parque Nacional de Los Picos de Europa, donde la vida vegetal y animal fluye como un torrente en medio de un inusual paisaje de valles y montañas.
Jornada I. Puerto del Ponton- Soto de Sajambre
Desde la ermita de Nuestra Señora del Pontón, caminamos en dirección al puerto del mismo nombre siguiendo el valle del río Tuerto. Alcanzamos el puerto situado en la divisoria de la Cordillera Cantábrica en la confluencia con la carretera que sube de Riaño y desciende hasta Cangas de Onís por el Desfiladero de Los Beyos. Desde un pequeño mirador situado en el mismo puerto, podremos contemplar una hermosa panorámica del Macizo del Cornión y el valle del Sella que se hunden entre montañas camino del Atlántico.
El sendero desciende por el valle, entre haya, robles, acebos y prados, pasa por la Pica de Ten hasta alcanzar la población de Osaja de Sajambre, situada a los pies del pico Jario. Oseja es una aldea propia de montaña que a crecido al calor del turismo de montaña, esta conserva algunos rincones que evocan su humilde origen montañés: casas tiítas de piedra, hórreos de madera y teja roja, una singular iglesia y bellos miradores desde los que se puede contemplar los plegamientos alpinos de las rocas.
Pasado el pueblo de Oseja, continuamos por el sendero de Soto de Sajambre, este pasa por la ermita de San Roque y asciende suave para alcanzar el curso del río Agüera. El sendero se adentra en las calles empedradas de Soto de Sajambre situado en un recóndito valle jalonado por montañas, bosques de hayas, avellanos, nogales, robles y prados donde pastan los animales domésticos. Muy interesante la visita a la escuela museo de Soto de Sajambre. Un espacio histórico, lleno de recuerdos, cultura y ejemplo de la importancia que tuvo en sus días y sigue teniendo hoy, la educación y la cultura para el desarrollo económico y social de los pueblos.
Jornada II. Soto de Sajambre-Posada de Valdeón
Desde Soto de Sajambre ascendemos por el cerrado hayedo hasta el refugio de Vegabaño situado en la vega del mismo nombre. Desde este privilegiado lugar, en los días despejados, se puede contemplar los farallones rocosos de los Moledizos y Peña Santa, entre otros picos.
Desde el refugio descendemos ligeramente por la campa para tomar un sendero que se interna en las espesuras del bosque de Salambre, pronto alcanzamos el curso del río Dobra, cruzamos este y comenzamos un suave ascenso hasta ganar el collado del Frade. Antes de alcanzar este collado, pasaremos por el Roblón, árbol centenario que llama poderosamente la atención por su grosor y altura.
Pasado el Roblón, el bosque de hayas y robles va dejando paso al monte bajo, piornos, brezos y gencianas. Desde el collado las panorámicas son excepcionales pues de frente nos encontramos con los paredones calizos de Los Moledizos, la canal del Perro (ascenso natural de Peña Santa), el refugio del Frade, y una panorámica de la Cordillera Cantábrica excepcional, con sus cumbre más elevadas, circos glaciales, puertos y marcados plegamientos.
Bordeamos por la parte septentrional, a media ladera, el Pico del Frade (1.971 m) hasta llegar a la horcada del mismo nombre (1.730 m). Desde aquí tomamos un camino que desciende hacia el valle de Valdeón hasta situarnos en la collada de Jover, vertiente meridional de Peña Parda, donde se halla situada la vega de Llos, una verde pradera con abrevaderos y una cabaña adosada a una gran roca, un excelente mirador de la cabecera del río Cares.
En Llos, tomamos una pista que desciende hacia el valle de Valdeón asta encontrarnos con un abrevadero, en este punto abandonamos la pista y nos dirigimos por la senda de la Cuesta, al amparo del Pico Cuerno, entre hayas, acebos, tilos y robles, hasta el pueblo de Soto de Valdeón. Durante el descenso disfrutaremos de una privilegiadas panorámicas de los bosques que cubren la vertiente norte de la Cordillera Cantábrica, los farallones calizos del Fiero, el Yambrión y el valle de Valdeón escavado por el río Cares.
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me ha gustado mucho tu foto javier el cuaz a ver si subes mas de los picos de europa.
me gusta mucho tu foto
mejor imposible me ha gustado mucho