Un libro de fantásticos relatos que se agrupan en esta edición cuidadosemente editada, cuyo autor dejó todas sus riquezas y placeres mundanos para refugiarse en la naturaleza y desde esta privilegiada atalaya, llena de sabiduría y encantos, poder reflexionar sobre cuánto ocurre en el mundo cosmopolita de las ciudades, la gente que las habita y su degradado entorno que sucumbe al paso del tiempo.
El Rincón del Trotamundos
Este mundo varia tanto como las simas y los remansos del río Asuka. El tiempo pasa, las cosas se disfuman y desaparecen. Las alegrías se alternan con las tristezas. Lugares que en tiempos fueron próspero están hoy deshabitados. Hay viviendas que se mantiene intactas, pero ya no son los mismo sus habientes. El melocotonero y el ciruelo florecen como antes, pero no dicen nada. ¿Con quién podré hablar de mis recuerdos?
La fugacidad de todas las cosas de este mundo se siente más aún al ver las ruinas de una casa en la que hace tiempo, antes de que uno la conociera, la persona que allí residía era respetada y pudiente.
Al contemplar los restos del palacio Kyogokuy y del templo Joyi, me parece que sus piedras todavía conservan las aspiraciones de sus mentores, a pesar de que los edificios hayan sufrido un cambio tan grande, y esto me conmueve. Construyó este templo Mido-dono, los llenó de esplendor y le adjudicó cuantiosas huertas y terrenos. Abrigaba el deseo de que sus descendientes, por generaciones y generaciones, asistiesen siempre al emperador y siguieran teniendo en sus manos las riendas del país pero ¿cómo iba siquiera a imaginar que, por muy malos tiempos que vieran, su templo se convertiría en tan lastimosa ruina?
