Queríamos compartir con algunos de nuestros amigos las sensaciones de asombro, incredulidad y entusiasmo que habíamos sentido en nuestra primera visita a Dolomitas. Era como una tarea pendiente que se ha visto cumplida.

El Rincón del Trotamundos. Javier San Sebastián
La región tiene una personalidad única: el territorio está configurado en macizos casi independientes que se levantan sobre valles enormes y siempre verdes; las montañas surgen bruscamente, como queriendo escapar hacia el cielo; los pueblos conservan su encanto a pesar del agobio turístico; hay lagos espectaculares; paisajes que muestran información geológica mediante plegamientos y estratos de gran belleza. Todo nos atrae sin remedio.
Las distancias no son grandes, pero los tiempos de desplazamiento sí lo son. Las carreteras comunican los valles a través de puertos con grandes desniveles y llenos de curvas numeradas (“tornantes”). Los viajes se alargan también porque inevitablemente nos paramos a disfrutar de paisajes que nos dejan boquiabiertos.


Decidimos alojarnos en tres lugares separados, Falcade, el refugio Rosetta y Misurina, para poder centrarnos en recorridos cercanos. Es preferible centrarse en pocos lugares antes que intentar abarcar todo, lo que es una tarea imposible salvo que estuviéramos dos meses.
Alternamos recorridos senderistas que rodean o atraviesan grupos de montañas con otros equipados con vías ferratas o senderos equipados y alguna visita turística en San Cándido (Val Pusteria) con una preciosa iglesia románica y Canazei (Val di Fassa).
Desde Falcade hacemos recorridos por el Sassolungo, al que accedemos por un teleférico “individual”, Viel del Pan frente al glaciar de Marmolada, Catinaccio por Val Vajolet y el conjunto Nuvolau, Averau y Cinque Torri con dos ferratas.
En el macizo de la Pala de San Martino nos alojamos en el refugio Rosetta. Allí ascendemos a las cimas Fradusta y Val de Roda, esta última con sendero equipado y vía ferrata incluidas.



En Misurina, hacemos el tour de las Tres Cimas de Lavaredo, además de una vía ferrata y sendero equipado en el monte Paterno y sus estribaciones. Hacemos un recorrido circular en el alucinante lago de Sorapiss, recorremos parte del macizo de los Cadini y como postre ascendemos a la ferrata de la punta Anna en la Tofana di Mezzo y completamos con el paso por el sentiero Astaldi.







Las previsiones meteorológicas nos asustaron cuando íbamos a viajar, pero nos han permitido hacer todo lo que habíamos previsto. La lluvia, a menudo acompañada de tormentas, llegaba casi todos los días, pero ya por la tarde, cuando habíamos concluido la actividad o bien permitiéndonos parar en refugios mientras se pasaba la tormenta. Sólo un día nos pilló de lleno, entre la cima Fradusta y el refugio Rosetta. Es lo habitual en Dolomitas. Merece la pena madrugar mucho y asegurarse así el tiempo suficiente para disfrutar de unos recorridos tan espectaculares.



Caminar entre las cumbres de Dolomitas es como hacerlo entre llamaradas petrificadas. No sabemos dónde mirar y queremos seguir más y más. Los senderos por bosques que nos adentran en los macizos son deliciosos, los lagos son complemento de las montañas en composiciones de una belleza difícil de creer.
Dolomitas es un lugar para ir… y repetir.
