El Rincón del Trotamundos. Javier Elcuaz del Arco. 13/8/2013
La Mariña lucense siempre nos acoge con suaves temperaturas, sus nubes, que en ocasiones, dejan caer una silenciosa llovizna y sus playas, largos arenales o pequeñas calas que juegan al escondite con la subida y bajada de la marea. Capítulo aparte merece su gastronomía, compuesta de productos de la tierra y el mar, con su característica excelencia a unos precios razonables. Todo ello sin olvidar la amabilidad de sus gentes.
Este año, en pleno veraneo nacional con unas circunstancias económicas que han impuesto un injusto reparto de la precariedad, nos encontramos con la playa de las Catedrales completamente tomada por la multitud de turistas atraídos por la merecida fama del lugar. Hay que derrochar grandes dosis de paciencia hasta encontrar un momento en que el gentío armonice un poco con el resultado del trabajo milenario del mar y la roca.
En la página del Ayuntamiento de Ribadeo encontramos información sobre la Ruta de las Playas que intentamos hacer con su prolongación hasta Ribadeo. Para evitar el regreso utilizamos el injustamente semiolvidado Feve. No tuvimos ningún problema para conseguir billete para los nueve componentes del grupo. Pero sí comprobamos el abandono de las instalaciones por su actual propietario, Renfe, pues algunas estaciones carecen hasta del rótulo con su nombre. Gracias al cuidado de la revisora de billetes no nos pasamos la estación de destino.
En cuanto a la ruta, es una verdadera lástima la pésima señalización existente, con escasísimos postes, que en la mayoría de los casos no se encuentran en los lugares más comprometidos. La ruta se convierte en un ejercicio continuo de ensayo y error para descubrir el itinerario con tantos atractivos paisajísticos y estéticos, que disfrutamos por encima de tanto inconveniente. En este sentido también contribuyó el buen hacer del restaurante La Solana de Ribadeo. Su arroz con marisco es una auténtica delicia, así como el propio lugar y su decoración.
Mondoñedo nos recibió con la XXII Edición del Mercado Medieval. Atracciones para los pequeños accionadas con energías limpias, las de los propios feriantes; espectáculos de cetrería para disfrute de niños y mayores que prefieren ver a las aves de presa fuera de su medio natural realizando ejercicios de adiestramiento; y, como no, productos artesanos y tradicionales gallegos con diversidad de precios donde elegir.
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