Las Hurdes, ascendiendo entre ríos, Alquerías y bancales


«Y una vez más volví a gozar la emoción de estas ascensiones lentas, ganando más horizontes cada vez» Miguel de Unamuno

Rincón del Trotamundos. Fotografía, Javier Elcuaz del Arco. 27/3/2012

Es grato adentrarse en este aislado mundo de Las Hurdes, por los viejos caminos de la historia, citando las palabras que un día escribiese el ilustre profesor y filósofo vasco y que grabadas en negro sobre fondo blanco, presiden la pared de una discreta plaza del pueblo de Casares de las Hurdes.

Caminar hasta encontrarse con la sabiduría y el corazón de sus gentes, sus paisajes, su cultura, su historia, su flora y fauna, y recrear la mirada contemplando la belleza arquitectónica que conservan los hurdanos en las retorcidas callejuelas de las Alquerías, en los puentes que sortean los arroyuelos, los empedrados caminos de herradura y los bancales construidos en las laderas de las montañas para retener la escasa tierra que estas posen.

Por las narraciones del escritor vasco, afincado en Salamanca, sabemos que mucho antes que nosotros, él recorrió estos tortuosos caminos, y seguro que otros caminantes lo hicieron antes que él. Conocieron esta comarca, y a sus habitantes, convivieron con ellos y compartieron la dureza de su propia existencia, así como los escasos recursos naturales que ofrecen las pobres tierras que con sus manos labraron durante siglos, así como sus ricos y sabios conocimientos, trasmitidos de generación en generación.

Al adentramos por estos caminos de la comarca de Las Hurdes, entre montes y bancales, lo que pretendemos es conocer y disfrutar de los valores paisajísticos, históricos y naturales que esconden estos parajes de altas sierras y profundos valles, como en su tiempo lo hiciera Miguel de Unamuno.

OROGRAFÍA

Las Hurdes se sitúan en la parte sur de la barrera natural que separa el Norte de Cáceres y el Sur de Salamanca; el territorio está constituido por una sucesión de cadenas montañosas, prolongación hacia el Oeste del sistema Central, mostrando profundos valles fluviales que han erosionado el territorio. Al norte linda con la Sierra de Francia y las Batuecas y por el Sureste con la Sierra de Gata; por el Este con el Río Alagón y el pantano de Gabriel y Galán y al Sur con la extensa vega de Coria; lo que constituye un territorio muy definido por su aislamiento geográfico.

Varios son los valles que trazan la orografía del territorio hurdano, configurando el quebrado relieve de esta comarca, con ríos caudalosos que discurren por las profundidades de los barrancos, con cauces enriscados y retorcidos que han modelado en la pizarra cámbrica un paisaje duro, de difícil acceso para el hombre, y de sorprendente belleza que sorprende al viajero que se adentra por estos territorios.

 

HISTORIA

Por suerte para los hurdanos, lejos queda hoy la inafortunada descripción que de estas tierras y sus habitantes hiciera en su documental cinematográfico el cineasta Luis Buñuel, «Tierra sin pan» de 1932, inspirada en el trabajo que sobre las Hurdes llevara acabo en uno de sus viajes por la comarca el hispanista francés Mauricio Legendre en 1927. Una desgraciada visión que nos ha acompañado durante siglos y que aun hoy persiste en la mentalidad de algunos viajeros, desconocedores de esta comarca cacereña. Así como la de otros muchos aventureros que habidos de grandes sensaciones se adentraron por estas tierras en el siglo XVIII y principios del XX, en busca de hombres salvajes que se ocultaban entre el monte huyendo de la civilización.

RECORRIDO

Nos adentramos en tierras de Las Hurdes por el río Ladrillar, llamado antiguamente «Río Malo», siguiendo la senda de Alfonso XIII, dicho valles nace próximo a la Alquería de Riomalo de Arriba, y corre paralelo a la Sierra de Francia, teniendo como gregario principal el río de Las Batuecas. La ultima alquería del valle es Río Malo de Arriba, asentada al abrigo de las altas cimas del Pico Pajarito, su construcción es de lajas de pizarra. Esta aldea aún conserva el sabor de los viejos pueblos de Las Hurdes. En esta Alquería predomina la llamada arquitectura negra, levantada en un terreno desigual, sus casas se sobreponen unas sobre otras a modo de bancales, orientadas todas ellas en dirección sur. Callejuelas estrechas y retorcidas formando un complicado entramado lo que permite que las viviendas estén protegidas del frío en invierno y del calor en verano.

De Riomalo de Arriba pasamos al valle del Hurdano, atravesando por el mirador de Las Carrascas. El sendero transcurre entre monte autóctono de encinas, brezos, madroños, carrascos, lentiscos y ulagas, con amplias vista sierra de Francia y Las Batuecas. El descenso hacia el valle del Hurdano se hace por caminos tradicionales que en su mayor parte están cubiertos por pinares, monte bajo, huertos y bancales repletos de cerezos y otros árboles frutales. El río Hurdano atraviesa todo el corazón de Las Hurdes, retorciéndose, entre cámbricas pizarras. En la antigüedad, según testimonios escritos, este río tenía fama de atesorar en su entrañas arenas auríferas que criban los vecinos de las alquerías próximas buscando los metales preciosos. También daba movimiento a varios molinos de  harina y de aceite que se levantaban en sus márgenes, convertidos hoy en día en montones de ruinas por donde trepan zarzas y malas hierbas denotando el paso del tiempo.

La alquería de Carabusino se asienta en el Valle del Hurdano, por sus proximidades baja la garganta de El Vallito donde se encuentro el paraje de Cimalombo, una de las zonas de bancales mejor conservadas de Las Hurdes, bancales que se hallan trabajados con esmero y delicadeza, casi, podríamos decir, con mimo.

De Carabusino por el camino real, se desciende hasta Casares de Las Hurdes, el pueblo más grande del valle del Hurdano y el centro administrativo de la zona, donde esta situado el ayuntamiento, los servicios generales y la oficina de turismo.

Descendiendo por el antiguo camino del río se llega hasta la pedanía de Casarrubia, más conocida en el lugar por Jurdes. Esta agrupación de casas está rodeada de pequeños huertos y de bancales que ensalzan su rustica belleza. En primavera su entorno se viste con los blancos colores de los cerezos y con los aromas de plantas silvestres que florecen en las laderas de la sierra.

Siguiendo valle arriba, recostada sobre la montaña en forma de bancales, se encuentra la alquería de La Huetre. La visita a la parte más antigua de esta alquería es algo casi obligado para conocer la arquitectura tradicional hurdana. La formas redondeadas de las viviendas, las estrechas callejuelas, el  empleo en las construcciones de la pizarra; todo ello nos dice mucho sobre la peculiaridad arquitectónica de la zona, siempre en armonía con el entorno.

Pasada la alquería de La Huetre, el sendero discurre por la margen izquierda del Hurdano y al parque que lo hace el río, el camino avanza sorteando los obstáculos naturales hasta alcanzar una pista que sube hasta la presa de Majada Robledo. En uno de los saliente rocosas el sendero se aparta de la pista y desciende en zig-zag hasta el río Hurdano, cruza este y emprende el descenso por sur margen derecha hasta reencontrarse de nuevo con la Pedanía de Casarrubia donde enlaza con el camino de subida.

Otros reportajes del autor publicados en El Trotamundos: Los Arribes del Duero se visten de blanco

Aventura y ocio en la Naturaleza https://www.elrincondeltrotamundos.com

2 thoughts on “Las Hurdes, ascendiendo entre ríos, Alquerías y bancales

  1. Fantásticas fotos y fantástica narración.
    Gracias Javier por darnos un paseo virutal a los que nos quedamos sin billete.

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