DOS LIBROS SOBRE LA RUTA DE LA SEDA

Comentarios de Guillermo Chave

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«La Ruta de la Seda. Dioses, guerreros y mercaderes» de Luce Boulnois publicado por Ediciones Península/Atalaya en 2004 es el mejor libro que sobre el tema he leído. La autora, francesa nacida en 1931 comenzó el estudio del tema en 1958 y es una de las mayores expertas en la historia de la Ruta de la Seda. Este libro ha sido traducido a una docena de lenguas por su interés y tratamiento riguroso pero a la vez ameno y trepidante de la historia y evolución de esta zona del mundo.

El libro, pese a ser un libro de historia, comienza como las buenas películas de acción con una batalla y un misterio en el 54 a.C con las tropas del imperio romano enfrentándose a los partos en la batalla de Carras y la desaparición de unas legiones hechas prisioneras y que volvemos a encontrar nada más y nada menos que en China. Todo esto perfectamente documentado tanto por cronistas de la época en los dos lados. ¡Y esto es sólo en comienzo! Esta manera de atrapar, de hacer ameno lo serio hace de este libro una joya sobre el tema.
El libro que acabo de terminar de leer es «La Sombra de la Ruta de La Seda» de Colin Thubron también de Ediciones Península (2007). El autor, conocedor de Asia por múltiples viajes y, al igual que la escritora del libro anterior, chino y rusoparlante nos describe su viaje, muy reciente, por todo el recorrido de la Ruta de la Seda actual, desde China hasta Antioquía, en Turquía, en un viaje de 11.000 km y 8 meses de duración ¡a la edad de 65 años!. En este libro mezcla crónica de viajes con la historia, la descripción de los países y sus gentes (atención a la descripción del Afganistán actual que atravesó en medio de la guerra) todo ello con una prosa amena llena de poesía y de humor.
En el primer capítulo hay un párrafo que dice: «A veces, un viaje es fruto de la esperanza y el instinto, de una embriagadora convicción, mientras uno recorre el mapa con el dedo: sí, aquí y aquí… y aquí. Estas son las terminaciones nerviosas del mundo… Un centenar de razones le piden a voces que vaya. Él va para entrar en contacto con identidades humanas, para poblar un mapa vacío. Siente que se dirige al corazón del mundo. (…)Va porque aún es joven y está àvido de emociones, de oír crujir el polvo bajo sus botas; va porque es viejo y necesita comprender algo antes de que sea demasiado tarde. Va para ver qué sucederá. No obstante, seguir la Ruta de la Seda es seguir a un fantasma(…)»
Pues nada, a seguir a ese fantasma.»

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