GRECIA EL ESPLENDOR DE LAS ANTIGUAS CULTURAS

Texto y fotografía de Guillermo Chaves

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Caminos milenarios que se internan en los macizos montañosos, bosques centenarios de hayas que cubren los inaccesibles valles y abundante fauna salvaje. Monasterios bizantinos repletos de tesoros artísticos y pueblos de madera que muestran en su arquitectura las huellas del tiempo.

El recorrido por Grecia ha sido una maravilla. Me llevaron a una zona nada turística que conocen mis amigos en el norte de Grecia, en la frontera con Albania. La región de Zagoria. Hemos hecho un treking de unos 6 días empezando por un lado de la cordillera del Pindos y saliendo por el otro con tres cresterías importantes y hemos subido a 6 picos de más de 2500 m de los que destaca el Kamila que para Yorgos es el más bonito de Grecia (yo lo equiparo en belleza al Olimpo, son los dos muy hermosos). También hemos recorrido cañones impresionantes, hayedos, lagos de montaña, cascadas, pueblos de madera donde no había turismo y que cuando llegábamos éramos la atracción, puentes de la época turca de piedra bellísimos, monasterios bizantinos perdidos entre las montañas que nos enseñaban los monjes y donde había iconos y frescos bizantinos bellísimos,…

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Mucho para contar sólo en una pequeña crónica. Lo que me llamó la atención es que no vimos a ningún montañero en todos los días. Una zona demasiado dura para hacer turismo fácil. Nos contaban los pastores que había muchos osos y lobos por la zona, a todos les habían comido alguna vaca u oveja. También vimos a un par de grupos de albaneses que por esas zonas cruzan la frontera ilegalmente hacia lo que piensan que es el paraíso. Eran buena gente, muy amables y un poco inocentes con lo que pensaban que se iban a encontrar en Grecia.

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Otros picos en los que estuvimos o en su base fueron el Smolikas, el Astraka, una auténtica hermosura. Al bajar y tras coger varios autobuses y barcos, nos fuimos los últimos días a descansar a la isla de Corfú. Allí me trataron a cuerpo de rey. Me llevaban a comer a lugares maravillosos, me enseñaron el barrio veneciano de la isla con sus dos castillos y me llevaban todos los días a bucear a calas solitarias donde el bosque llegaba hasta el mar sólo dejando sitio a ruinas de templos griegos comidos por la vegetación.

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Atenas ha cambiado a mejor desde que estuve la última vez. Han hecho unas calles peatonales alrededor de la Acrópolis y han abierto alguna línea de metro más. Como siempre subí al monte Filopapos, para ver anochecer y los últimos rayos sobre el estrecho de Salamina por un lado y la Acrópolis del otro.

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