El Rincón del Trotamundos. Jose Ignacio Idígoras Santos. 2/13/2013
Lisboa es una de las ciudades a la que el viajero, el viajero, siempre desea volver. Ciertamente que atrae, «tiene alma», se podría decir.
Han sido ya unas diez veces que he estado allí y no me canso de ella; al contrario, pues cada vez me gusta más. El olor a mar, el gran estuario del Tajo, el atardecer junto al río, el barco que cruza a Cacilhas, los viejos tranvías amarillos, las calzadas portuguesas repletas de hierbas en otoño…
Los viejos restaurantes de comida casera, de mesas apretadas y trato espontáneo. Las calles inclinadas del barrio de Lapa, que caen sobre el Tajo. Los colores de las casas, el manuelino, las pastelerías… El fado espontáneo que, todavía, se puede escuchar en algunas «tasquinhas» del barrio alto.
La costa portuguesa en bicicleta: Lisboa, etapa nº 11, Kilómetro 64,45 (Cais do Sodré).
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