Viejos caminos, viejas historias, en ruta por Cañadas y Cordeles


Raúl Fernández Manzanal



Muchos son los caminos que cruzan de norte a sur la Península Ibérica, transitados durante siglos por caravanas de mercaderes, rebaños de ganado trashumantes y contrabandistas de todo pelaje. Muchos de estos caminos se han perdido con el paso del tiempo, la aparición de las carreteras y los modernos medios de transportes, otros han sido enajenados por ávidos especuladores de antaño y de ahora y otros muchos de estos caminos yacen olvidados y comidos por la exuberante vegetación que impide el paso por ellos.

Castillo de Coca

Nuestros viajeros, en un afán por redescubrir estas históricas rutas que vertebraron la Península Iberica, se adentran por estas cañadas Reales a pie, en bicicleta, a caballo o acompañando a los rebañas de ovejas merinas que aun transitan por estos largos cordeles durante la primavera y el otoño.

Pequeñas pinceladas de una forma de vida que ya queda lejos en el tiempo y en la memoria de nuestros antepasados, ellos recorrieron estas vías pecuarias dos veces al año, al final de la primavera, cuando subian con el ganado hacia el norte, donde pasavan el verano, y principios del otoño, cuando regresavan hacia las tierras del sur de donde la mayoría heran originarios. Cabreros, pastores y vaqueros, recorrían estos caminos en situaciones penosas devido a los muchos dias que durava el viaje, los peligros que les acechavan por el camino y a las duras condiciones climaticas que devían soportar durante el tiempo que durava el traslado de los rebaños, lluvia, frio y las noches al raso.

Puerto de Menga

No se que haré ahora en Junio, tengo alguna idea pero nada en concreto. Lo que me espera en mi viaje este mes no lo sé, pero lo vivido en la realización del Cordel (que es como se conoce en los pueblos a la Cañada) ha sido una experiencia inolvidable. Nos acompañó la lluvia y después el abrasador sol de Extremadura, nos encontrábamos débiles en ocasiones y crecidos ante lo que esperaba en otras.

Castillo de Mombeltran

Cuando llegamos a Soria a los pueblos de mis abuelos, un primo lejano de mi padre estaba haciendo el esquileo, fue una bonita casualidad el llegar al origen de nuestra Cañada y meternos de lleno en el mundo de la merina. Con ellos pudimos compartir unos agradables momentos mientras con rapidez y delicadeza despojaban a la merina de su grueso vellón, fuente de la riqueza de España durante siglos. Preciados vellones de tupida lana criados por las finas hiervas de las cuatro estaciones, y acariciados por los fríos vientos de las nieves del norte y abrasados por los ardientes rayos de sol del Sur. Dura labor que los otros hombres realizaban sin que se perdiera ni un poco ápice de lana; el trabajo estaba repartido en función de la edad de cada uno y de la relación con el rebaño, los que más conocían las ovejas y más fuerza tenían las cogían y ligaban para que los esquiladores convirtieran las redondas pelotas de lana en finas… y los más mayores, recogían el vellón, lo metían en las sacas y barrían.

Calzada del puerto del Pico

Conocí ese mismo día las casas y los pueblos de mis abuelos; dormimos en la casa de una hermana de mi abuelo, nunca se me olvidará esa acogedora casa que hace muchos años fuera tienda y taberna del pueblo y en el piso de arriba una chimenea alrededor de la cual nos secábamos y comíamos en compañía de la tía Lucia, fue muy bonito; ese día y el siguiente cuando siguiendo el Cordel por lo alto de la Sierra nos alejábamos hacia Extremadura, una extraña y sobrecogedora sensación llenaba mi cuerpo.

Cuevas del Valle

Los lluviosos días por Castilla desde que dejamos Soria fueron muy duros, llovía constantemente, los caminos eran como ríos y la tierra hecha barro se pegaba a nuestras bicicletas como si no quisiera que nos fuéramos de esos todavía verdes campos de cereal que pronto se harán de oro para darnos un año más el pan de cada día.

Cuevas del Valle

La seriedad, parquedad de las palabras y poca hospitalidad que nos achacan a los castellanos no nos la encontramos en ninguno de los pueblos y gentes que se cruzaban en nuestro camino. Los pastores nos ofrecieron sus conversaciones y nos enseñaban sus rebaños, las personas mayores sabios en historias y conocimientos de cuanto les rodea nos llenaban en los momentos de descanso, a las mujeres les dábamos lástima y nos secaban las ropas, y como no, a los niños les despertábamos la curiosidad.

Cordel de merinas

Cruzando el Puerto del Pico dejamos los pequeños Cordeles de Castilla, cerrados por la vegetación o comidos por los cereales y también el mal tiempo que desde el primer día nos acompañó. Después de navegar por las densas nubes cargadas de agua del Puerto de Menga y el Pico pasamos a Toledo y a Extremadura, la vegetación había cambiado, el clima, las gentes y los Cordeles que ahora eran anchas avenidas con sus noventa varas como mínimo y flanqueadas por grandes fincas con viejas encinas donde vacas, caballos, ovejas, cabras y cerdos comían y disfrutaban del sol y los jugosos tallos nacidos en los días de lluvia. A este lado del Sistema Central todo era vida, nosotros al igual que los animales con el sol despertaron nuevos ánimos y recuperamos fuerzas, ahora caminábamos de otra manera, ya no nos importaba donde dormir porque el cielo nos respetaba, tomábamos el sol, paseábamos bajo la presencia de las altas cumbres todavía nevadas de Gredos, charlábamos con los pastores estantes de estas tierras y también los trashumantes que por ellas pasaban con sus rebaños de vacas u ovejas que buscaban los verdes pastos de Avila que en Octubre o Noviembre dejaron para buscar las cálidas tierras del Sur. Largas historias las de estos últimos, ligadas a su trabajo que es su vida, que como ellos dicen largas películas saldrían de sus historias.

Mural de tema rural

En Trujillo nos encontramos con el rebaño que desde Valverde de Merida caminaba buscando los pastos de los Picos de Europa, intentando recuperar una cultura que con el tiempo y los años se ha ido perdiendo. José regresó a Burgos, yo me quedé para compartir con ellos las demás jornadas de la trashumancia. Fueron unos días muy bonitos, fue la guinda a un pastel que habíamos hecho los días de atrás, antes desde fuera como viajero, ahora caminando detrás del rebaño, colaborando con el resto de la gente en el empeño común de caminar hacia el Norte ayudando en las labores del ganado y la trashumancia.

Rebaño de merinas

Las jornadas comenzaban a las 6 h. de la mañana y a la media hora larga el ganado, caballería, perros y personas con los primeros rayos de luz y el fresco de la mañana comenzábamos a caminar hasta que en las horas del mediodía el sol podía con las merinas y con nosotros, tiempo en el que comíamos y echábamos la siesta con un ojo cerrado y el otro abierto vigilando el ganado. El día de trashumancia finalizaba con los últimos rayos de luz, nunca antes.

Valle del Tietar

Así acababan los días y comenzában otros acompañados siempre por los sonidos de los cencerros de las 2000 ovejas, comentarios y experiencias vividas de ganaderos, pastores, naturalistas y amantes de la vida y de la naturaleza que creíamos en recuperar una cultura y un patrimonio que hizo grande a España y unió y comunicó a los pueblos de esta piel de toro.

Campos de Extremadura

Puente del Arzobispo

En Ruta

Campos de Cereal

Mural con temas del esquileo

3 thoughts on “Viejos caminos, viejas historias, en ruta por Cañadas y Cordeles

  1. Lindas no tengo palabras para expresar como me transportas….es una belleza TODOOOO..otra vez gracia…gracias de corazon.

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