Por los Parques Nacionales de Arizona

EL GRAN CAÑÓN
Rincón del Trotamundos. Javier San Sebastián Aller. 3/4/2012

Nos acercamos al Gran Cañón del Colorado por el borde sur. Nos sentimos ansiosos, pues hemos dejado el coche junto al alojamiento, en el interior del Parque Nacional, y el bosque oculta cualquier indicio de lo que hay detrás. Caminamos unos minutos, que se me hacen eternos, hasta que llega un momento en el que los árboles desaparecen y surge de forma brutal el gran abismo.

Aún cuando sabemos más o menos qué es esto, la impresión es sobrecogedora. La enorme fuerza erosiva del agua ha ido tallando durante siglos cicatrices que convergen en un cauce principal, con dimensiones difíciles de creer: casi 450 km de longitud, una profundidad que llega a superar los 1800 m y una anchura máxima cercana a los 30 km.

El cañón tiene una gran importancia geológica; el río Colorado comenzó su acción erosiva hace cinco millones de años, pero ha ido poniendo al descubierto innumerables capas de rocas y deformaciones que llegan en las partes más antiguas hasta los dos mil millones de años. Con independencia de su importancia y a pesar de las muchas imágenes que hemos visto, tener frente a nosotros semejante extensión es difícil de asimilar.

¿Qué sentirían los primeros europeos (españoles) que llegaron a este lugar? Sin noticias previas y tras casi siete meses viajando, el encuentro debió ser mucho más impactante que cualquier otro descubrimiento. En efecto, según indica un panel en los miradores, en 1540, llegaron al borde Sur los hombres de Francisco Vázquez Coronado y García López de Cárdenas, quienes trataron de bajar al río durante tres días, sin conseguirlo.

Nosotros tomamos contacto con el Cañón caminando por el “South Rim”, por donde transcurre un sendero que nos va descubriendo diferentes puntos de observación. Dadas las dimensiones del cañón, el río no se ve hasta un punto concreto situado varios km hacia el Oeste.

Como en otros parques nacionales, hay que pagar la entrada, pero luego se puede aprovechar un transporte público muy eficaz, así que aprovechamos hasta el último minuto de luz con un atardecer magnífico y regresamos a Grand Canyon Village ya con noche cerrada (y con un poco de suspense porque creíamos que habíamos perdido el último autocar).

El día siguiente, bastante tiempo antes de que salga el sol, tomo el sendero hacia el fondo del cañón. Al comienzo del “Bright Angel Trail” varios carteles avisan de la dureza, del calor, la falta de agua, las personas que han muerto últimamente… Bueno, pues no es para tanto, al menos con climatología favorable y sentido común. El camino está magníficamente trazado, está en muy buen estado y tiene una pendiente casi constante. Se puede reservar alojamiento (con mucho tiempo de antelación) en el “Phantom Ranch” el único albergue junto al río, pero no es mi intención bajar, sino alcanzar el  Plateau Point, un punto desde donde se ve el río, 400 m por debajo, casi en vertical, tras un descenso desde el borde de casi 1200 m, que obviamente hay que volver a subir.

Carmen camina mientras tanto por el borde superior, un sendero magnífico, especialmente durante las horas crepusculares.

Ya con el coche seguimos hacia el Este, parando en varios miradores, a cual más espectacular, hasta el Desert View Point, donde las tormentas nos permiten una vez más disfrutar de juegos de luces y sombras increíbles, cambiantes a cada momento. La vista desde este lugar es una acuarela más que un paisaje real.

LAKE POWELL Y GLEN CANYON

La magnitud del Gran Cañón eclipsa otros lugares próximos, que vistos de forma individual, ya merecen un viaje único. Como esto sólo son pinceladas de un recorrido abrumador, digamos que tras un recorrido en coche espectacular, el río Colorado nos espera en otro lugar sorprendente: Lake Powell en el Cañón de Glen.

La única forma de conocer someramente el lugar es recorriéndolo en una lancha, que alquilamos en Wahweap. Convertidos de repente en capitanes navegamos durante horas junto a las grandes paredes que sobresalen del cañón, sumergido en el lago, una de las mayores reservas de agua de Norteamérica. Para dar una idea de su tamaño, un dato: el perímetro de sus costas llega casi a los 3.400 km, mayor que la costa Oeste de los USA.

Como punto de referencia, donde hacemos una parada intermedia, alcanzamos uno de los brazos donde surge el “Rainbow Bridge”. Se trata del mayor arco natural del mundo. Para lo indios navajos era y es sagrado, una especie de altar que debe ser respetado, evitando incluso el pasar por debajo.

De regreso, la tormenta de viento y agua nos hace sentir que estamos en alta mar más que en un lago. La fuerza del oleaje y la lluvia nos obligan a refugiarnos en una ensenada antes de que regrese la calma y –orientados por otros navegante más expertos- nos dirijamos al embarcadero de origen. Un consejo: si alquiláis una embarcación no olvidéis el GPS.

El día siguiente paramos en un meandro situado aguas abajo en el mismo cañón de Glen. Parece difícil sorprenderse por más imágenes de barrancos, pero vemos que aún hay ocasión para ello. En las proximidades está el famoso Antelope Canyon, que tuvimos que dejar para otra ocasión.

Otros reportajes del autor publicados en El Rincón del Trotamundos. Por los Parques Nacionales de UTAH

Aventura y ocio en la Naturaleza http://www.elrincondeltrotamundos.com

4 thoughts on “Por los Parques Nacionales de Arizona

  1. No me extraña que los osos y los animales en ese país sean tan grandes. Un reportaje inmenso y muy bueno. ¡Maravillas para los ojos!

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