Un día estas tirado en el césped de la piscina municipal y tu colega te dice: “¿Nos vamos a Alpes a finales de agosto?”, tu dices: “¡Pues vale!” y no sabes en el lío que te has metido. De repente pasas del caluroso metro de Madrid en agosto a un no menos asfixiante vagón del tren Milán-Aosta.
Pasas de tener ropa limpia para cada día a tener dos camisetas, una para los días de diario y otra para los días de montaña. Pasas de la rutina del trabajo a casa a la locura de la caza del autobús en marcha y del teleférico de última o primera hora. Y también pasas del cruce de paso de cebra sobre asfalto recalentado al salto de grietas en un glaciar hueco.
De la modorra de la siesta al pateo hasta la extenuación por esos pedreros de Díos. Del ruido del último coche que aún falta por irse de vacaciones al estruendo de los derrumbamientos de piedras. De la terraza de tu casa al filo de una cresta, a veces de roca y a veces de nieve pocha. Pasas del refresco en un bareto al agua de lluvia recogida en un cubeto. De las noches de sábanas pegajosas al frío en el refugio solitario.
Pasas tantas cosas que cuando vuelves lo único que quieres es irte a la playa a descansar con tu chica, a disfrutar del la brisa marina y de los paseos por bonitas ciudades.
Expléndidos paisajes y maravillosas fotografias.
No reconozco ese estilo tan poético (seguro que el trotamundos puso algo de su pluma literaria con acento andaluz) para una aventura como la vuestra, no obstante me gusta mucho y leyéndola uno se queda con ganas de que contéis más de esa metamorfósis alpina. Enhorabuena.
El espiritu del trotamundos me ha atrapado.
Para el que este interesado tiene una narración más mundana de nuestras correrias en http://darenelblanco.blogspot.com/search/label/Alpes
Además tenemos programada una proyección el 12 de marzo.
Gracias a los dos
Pues ese «atrape» a quedado muy bien en la historia. No nos perderemos esa proyección de los Blanco
Y qué hay mejor que una escapada al culo del mundo, a donde nadie pueda encontrarte