Dubrovnik la llamada “perla del Adriático” alberga un patrimonio medieval de gran belleza lo que le ha valido ser declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. La ciudad se halla situada al sur de Croacia, y se encuentra fortificada por grandes lienzos amurallados de piedra pertenecientes al XVI. De su monumentos más emblemáticos destacan la Iglesia de San Blas de estilo barroco, el Palacio Sponza de época renacentista y el Palacio del Rector de estilo gótico.
El Rincón del Trotamundos. Toñi Gutiérrez Bullón
En mi viaje por Croacia, además de la capital Zagreb, me interesaba de forma muy especial, conocer la ciudad de Dubrovnik, la “Perla del Adriático” de la que tanto había oído hablar. Una ciudad medieval rodeada de un espectacular conjunto de murallas por las que se puede pasear y disfrutar de las hermosas vistas de la urbe, la costa y el mar Adriático.
Con la llegada del nuevo día, salgo y voy directa a visitar la viaja fortaleza, me rindo al contemplar el peso de la historia que recae sobre estas piedras centenarias. Entro por la puerta Ploce situada en el flanco oriental de la ciudadela, desde donde se desemboca en la plaza Luza, centro de la actividad urbana, justo cuando el reloj de su torre marca la hora de apertura del comercios en la ciudadela, dan los repique dos figuras de bronce marcadas por el paso del tiempo.
De la plaza arranca la calle Stradun o Placa, una vía peatonal que atraviesa la ciudad de este a oeste, dividiéndola en dos partes prácticamente iguales. La calle principal del casco antiguo Stradun es la zona comercial por excelencia y en sus alrededores se encuentran los edificios históricos más importantes de la ciudad, en su mayoría, de estilo bizantino y veneciano.
Dubrovnik anima al visitante a recorrerla con tranquilidad, disfrutando de los detalles, y más cuando ya se divisa la arquitectura barroca de la cercana iglesia de San Blas. En el exterior del templo se levanta la llamada Columna de Rolando, una pequeña escultura de un caballero con armadura que data del siglo XV, en este lugar se hacía público los mandatos y leyes que dictaba el gobierno y se ejecutaban los castigos a los infractores.
Después de contemplar la belleza y la grandiosidad de San Blas, me sitúo de nuevo en Placa. En ambos lados se levantan orgullosas fachadas de piedra blanca, más blanca aún si cabe en los días nublados y lluviosos. Sobre estas bellas fachadas se erigen puertas, se abren ventanas, sobresalen interminables cornisas y se alzan buhardillas, todas se reflejan en un piso cubierto de piedra caliza pulida por el paso de los tiempos.
A pie de calle abundan cafés, restaurantes, pastelerías y comercios que venden recuerdos a los turista de paso. Además de casonas nobles, iglesias, palacios renacentistas como el de Sponza, que fuera casa de la moneda, y conventos venidos a menos como el de los padres franciscanos que destaca de entre toda la fabrica por su estilo gótico.
Cuando llego la Placa, subo a la barbacana de la muralla e inicio un agradable paseo por las alturas de Dubrovnik. A lo largo del recorrido disfruto del azul intenso del mar Adriático y la blanca arena de las playas de la costa dálmata. Al otro lado mi mirada se posa en la variedad de colores que ofrecen los tejados de la ciudad, posiblemente los más hermosos de la vieja Europa. De esta manera, caminando con paso lento voy completando los casi dos kilómetros que se calcula tiene el perímetro de las murallas de Dubrovnik.
Terminada mi ronda por lo alto de las murallas, desciendo por donde subí y me detengo ante una de las cabezas que coronan la hermosa fuente de Onofío, una curiosa obra realizada en el año 1445, cuyos dieciséis caños presentan rostros tallados en piedra caliza y alabastro.
La noche llega pronto a Dubrovnik y aprovechando esas primeras horas, vuelvo a mis recorridos por las intrincadas callejuelas de la ciudadela, deambulo sin rumbo y desemboco de nuevo, en la calle Placa, todavía más bella si cabe por su iluminación que se refleja sobre el pulido pavimento. En esas tranquilas hora Dubrovnik adquiere un aire medieval tan pronunciado, que no hay más remedio que recordar el antiguo nombre de la ciudad “Ragusa”.
Dubrovnik es Patrimonio de la Humanidad, por lo que recibe muchos visitantes cada año que llegan, en su mayoría, en cruceros, por lo que sus calles suelen estar siempre muy concurridas de gente venidas de todo el mundo. Últimamente se han incrementado las visitas de turistas que vienen expresamente para ver los escenarios donde se rodó Juego de Tronos.
La ciudad está en parte reconstruida, después de que sufriera los bombardeos de 1991 durante la última guerra, aún se puede ver en algunos edificios que no han sido reconstruidos los destrozos que causaron las bombas. Las fotografías que más se repiten durante el viaje por la ciudad, son las que se obtienen durante los atardeceres desde lo alto de las murallas y los tejados rojos.
En este viaje he aprendido que lo importante no es viajar rápido que también, lo que importa es el coste que supone para el viajero desplazarse entre distintas ciudades o países. Desde que surgieron en Europa las compañías de bajo coste, la manera de viajar rápido y barato a revolucionado la forma de viajar. Es el caso de la aerolínea irlandesa Ryanair que te lleva a cualquier rincón de Europa por un bajo coste y dispone de más de 2000 rutas para elegir, te facilitamos la forma de contacto con esta aerolínea. En mi viaje a Croacia utilicé este medio y me resultó muy económico y practico. Volé hasta Zagreb la capital y a partir de aquí comencé el recorrido por las distintas ciudades de este bello país europeo situado en la costa del mar Adriático.
