Al noroeste de la provincia de Burgos, limitando con Cantabria, elevadas mesetas calcáreas atestiguan la erosión de ríos y arroyos. Desde el fondo de los valles bosques de encinas, robles y hayas han colonizado las laderas. En los espacios desarbolados fértiles praderas alimentan la cabaña ganadera de la Merindad de Valdeporres.
El Rincón del Trotamundos. Javier Elcuaz del Arco
A 97 kilómetros hacia el norte de la ciudad de Burgos, la Merindad de Valdeporres se extiende ciento veinte kilómetros cuadrados al sur de los Montes del Somo, frontera natural con Cantabria, donde nacen los ríos Nela y Engaña que han conformado el peculiar relieve por donde vamos a caminar.
En los quince núcleos de población de este espacio natural se asientan menos de quinientos habitantes. La despoblación rural, también aquí, es una dura realidad. Las ocupaciones tradicionales de sus gentes fueron al aprovechamiento ganadero y forestal sin sobreexplotar los recursos; gracias a ello podemos disfrutar una naturaleza muy bien conservada y rica en formas de vida.
El poblamiento de estas tierras desde la Prehistoria ha dejado restos constructivos desde dólmenes a torres medievales. Las viviendas modernas, construidas con materiales y estilos tradicionales, componen conjuntos armoniosos en las pequeñas localidades del municipio.
Cuantos quieran conocer estos valores y disfrutar caminando disponen de una amplia red de senderos y pistas forestales. Las páginas electrónicas municipales de la zona y las especializadas en rutas senderistas proporcionan información suficiente para trazar recorridos muy interesantes, como los que nos llevan a la Maza de Bezana y Peña Dulla.
Vamos a subir a la Maza de Bezana (1.165 metros) desde San Martín de las Ollas siguiendo un recorrido circular de catorce kilómetros de longitud, un desnivel de quinientos metros y una duración de unas cuatro horas incluyendo paradas.
Al otro lado de la salida por carretera de San Martín hacia Soncillo comienza una pista de tierra en muy buen estado que sube a la Peña del Gallo, reconocible por las antenas de telefonía allí instaladas. Ganamos altura sin esfuerzo, dejando a nuestra derecha grandes prados donde pasta ganado vacuno mansamente. A nuestra izquierda se va ofreciendo a nuestra vista el valle de Valdebezana. La pista aprovecha una grieta en la muralla rocosa para ganar la parte superior del Cerro de la Maza y llegar a las antenas, desde donde hay una buena vista del valle del río Nela hasta Villarcayo. Regresamos hasta la brecha y seguimos toda la cuerda hacia el norte hasta llegar a la cumbre marcada con un vértice geodésico. Estamos en la Maza de Bezana, dominando con la vista los Montes de Somo hacia el norte, el embalse del Ebro al oeste y al este el escalonado Cerro de la Muela con su cumbre en la Dulla. Las ruinas que contemplamos a nuestro alrededor corresponden al emplazamiento de las baterías artilleras de los italianos empleadas durante la Guerra Civil para hostigar los pasos por los montes cántabros.
Para conocer algunos de los pueblos del municipio descenderemos caminando hacia el este hasta encontrar un sendero que nos llevará, siguiendo dirección noroeste, a un hayedo. Dentro del hayedo es necesario recurrir a la intuición, pues la hojarasca desdibuja el camino completamente en ocasiones.
Al salir del hayedo seguiremos bajando por unos prados, siguiendo siempre dirección este, hasta encontrar el camino carretero que nos llevará a la primera localidad, Torre de los Porres. Siguiendo senderos señalizados, o alguna carretera, continuaremos por Cidad de Valdeporrres, Pedrosa de Valdeporres (capital del municipio) y Santelices antes de regresar a San Martín de las Ollas.
El largo perfil del Cerro de la Muela atrae poderosamente la mirada desde la distancia. Esta pétrea muralla calcárea de color gris se levanta desafiante desde un escalón gigantesco producto de la erosión del río Nela.
Subiremos a él desde Pedrosa de Valdeporres, siguiendo el sendero de gran recorrido GR-1 hasta alcanzar la primera plataforma sobre el río Nela.
Sobre el bosque mixto de encinas y robles, se recorta contra el azul del cielo la alargada pared cimera. Al llegar al cruce de caminos seguimos la indicación “Pedrosa (por la Cruz)”. Según caminamos hacia el sur va apareciendo arriba, a nuestra izquierda, una enorme brecha en la pared de roca. Una estrecha senda sube hacia ella. Ascenderemos por ella para ganar la Puerta de Quintanilla, por el destino del sendero que lleva a Quintanilla de Valdebodres.
Continuamos en dirección contraria subiendo por la llana meseta colonizada por el resistente brezo y carrascos aislados hasta alcanzar la cumbre de la Dulla (1.143 metros). Hacia el este descienden hasta cinco cañones por esta inclinada llanura. Hacia el oeste el borde de la muralla cae verticalmente más de cien metros y más abajo se extiende la Merindad de Valdeporres hacia el sur desde los montes cántabros escondidos bajo una corona de nubes que divisamos mirando hacia el norte.
Regresamos a Pedrosa deshaciendo el camino por la Puerta de Quintanilla y bajando hasta la ancha pista de tierra que viene de Puentedey.
Siguiendo por ella en la otra dirección descendemos cómodamente entre encinas que van dejando ver a nuestra derecha la pared calcárea que nace junto al río Nela.
Pasamos bajo el esbelto puente del ferrocarril Santander-Mediterráneo que nunca entró en funcionamiento (una vía verde de seis kilómetros de longitud lleva hasta la boca sur del túnel de La Engaña). Apenas nos queda un kilómetro para regresar a Pedrosa de Valdeporres.
Esta sencilla ruta tiene algo más de doce kilómetros de longitud, no llega a los quinientos metros de desnivel y se recorre en unas tres horas incluyendo las frecuentes paradas para disfrutar del entorno y las magníficas vistas que proporciona.
