Lisboa Vigo (II)

Se agradece el terreno plano que nos acompaña entre Lisboa y Cascais. El pedaleo poco a poco se van acostumbrando al exceso de carga que transportamos y la cadencia comienza a ser mantenida.

 

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

El Rincón del Trotamundos. José Acera

La distancia entre ambas ciudades aún siendo discreta, tardamos en recorrerla… Convento de San Jerónimo, joya manuelina y Belém en la desembocadura del Tejo o donde el mar se adentra en el río, evocando y homenajeando a los navegantes allén de los mares.

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

Pero el contraste estaba por llegar, el intenso color de Lisboa palidece con el resplandor de luz que nos envía el mar, solo sensibles a ello una vez alejados verdaderamente de la urbe, es el gran azul quien a partir de ahora, marcará nuestros días…

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

Playas y calas junto con fuertes de contención, se suceden… Forte de Sao Bruno, de Joao das Mais, Sao Juliao… Praia de Fontainhas, Arcos, Amaro, Torre… aguas tranquilas plenas de turistas y nativos que huyen del insoportable calor.

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

Todo neutro hasta volver el Cabo de Rad. Allí todo cambió, el viento golpeaba sin piedad, el oleaje alertaba incluso a los Fortes de Cresmina, Guincho y otros. Las playas del mismo nombre enmudecen ante el bramar del omnipotente oleaje. A duras penas alcanzamos el puerto de montaña que nos acercará al Cabo de Roca, donde además de abrigarnos es necesario asegurarse al suelo por el viento multiplicado por dos sobre el que nos azotaba en la costa… Menos mal que en Azoia el bar Occidente, sencillo y con estilo propio del lugar y para su gente, no dudo en servirnos un «arroz de pato» al horno que calmó tanto estomago como espíritu. Para así, disponer del «lavadeiro» como un magnifico lugar para pasar la noche. El amanecer invita a saltar del saco, desayunar en el Occidente y pedalear de inmediato dirección Sintra, antes de que el sol se vuelva insensible con todo lo que se mueva….

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

Un continuo sube y baja rompe piernas nos acompaña, (ya no lo dejaremos ni este día ni los posteriores). Pero dejarse llevar entre los bosques de este Parque Natural; Sintra-Cascais, mitiga el esfuerzo, måxime cuando a lo lejos en nuestro rodar vamos viendo que apuntan torres y cúpulas en el contraluz del Palacio de Penha, allá en lo alto del bosque, al que después llegaremos, no sin un esfuerzo extra en ese empedrado empinado por el que se accede, dejando incluso por debajo la atalaya del Castelo de Mouros, otro de los tesoros bien guardado que muestra este lugar de cuento donde se suceden los palacios, casas reales, jardines… y todo con un colorido seductor propio de la aristocracia que lo vio crecer…para recrearse en ello mínimo dos días, que no tenemos…¡al mar de nuevo entonces!.

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

Retomamos retrocediendo, arriba y abajo barrancos, incluso pie a tierra cuando la carretera se acaba y nos indican un antiguo camino de cabras que nos bajará a uno de tantos barrancos en las mejores horas del día, cuando el sol está mas alto…. Pero también nos depara el día nuevas sorpresas como Azhenas de Mar y su singular pueblo y playa.

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

Al igual que un poco mas tarde, Ericeira en la caída del sol, escuchando jazz fusión en el barrio de los pescadores, antes de retirarnos a los solitarios acantilados donde sólo algunos surfistas y nosotros atesoramos la suerte de disfrutar del cielo estrellado como techo nocturno y del oleaje taciturno y su brisa como dúo de acompañamiento musical… ¿alguien ofrece algo mejor?.

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

Costa de Portugal. Lisboa-Vigo

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