Con el fado dejamos atrás la seudade del luso, del 28 eléctrico testigo único del entramado pasional y enloquecido que envuelve en aire salino el decrépito y vivo color de esta babilonia que reclama espacio en el continuo e inmenso azul con apodo de mar, pero que no pasa de extenso e inmenso río.
El Rincón del Trotamundos. José Acera Cruz
Con el fado dejamos atrás el laberinto irrepetible de callejuelas. Intrincadas, de miradas entregadas y de columnas herculianas que custodian el arco de la victoria y del poder otrora presente hoy, desvanecido. Con nostalgia lo recuerda el lisboeta, pero ya no regresará, pues la pertinaz tiniebla del otro siete con g de gigante que aplasta al David que se acerque por muy singular y emotivo que se muestre y aunque enseñe sus también siete, pero colinas en este caso como faros incandescentes de presencia y de esperanza. No hay forma de ascender a ese tranvía que empuja todo y a todos pues solo tiene siete plaza .
Seudade de los kioskos/café, con aire parisino que acogen y arrullan en el merecido descanso que nos otorgamos los transeúntes de forma Instintiva, atraídos por el pecado y placer de los momentos únicos e irrepetibles, de tomar aire fresco entre sombra, y levitando ante una espumosa caneca, mientras curioseamos al paso del resto de mortales, o nos quedamos absortos ante la maléfica y tortuosa nueva religión de la pantalla táctil y el internet de las cosas que todo lo puede.
Seudade de un atardecer venteado en el mirador de San Justa con olor a ferro añejo en las entrañas de este esquelético laberinto eléctrico con más de cien años de historia que el alumno de Eiffel construyó, haciéndose hueco en las estrecheces de la cuadricula del renovado barrio Baixo, con el fin de elevar en un click y cual atracción de feria, al perezoso humano hasta el barrio Alto.
Nada queda más que recuerdo de Belem y del Convento de San Jerónimo, entre hordas de turistas que en pleno frenesí del verano degustamos y arrasamos esta y cualquier otra joya, bien sea natural, esculpida, pintada o labrada….necesidad letal de nuestra hambre voraz.