Buitres negros y leonados sobrevuelan las embalsadas aguas de los ríos Tajo y Tiétar. Roquedos de cuarcita que se levantan entre masas de bosque mediterráneo y dehesas extremeñas. Estamos en el Parque Nacional de Monfragüe.
El Rincón del Trotamundos. Javier Elcuaz del Arco
Situado a 60 kilómetros al noreste de la ciudad de Cáceres, en la sierra de las Corchuelas, atravesado por el río Tajo, encontramos un reducto de bosque mediterráneo de 18.396 hectáreas. El Parque Nacional de Monfragüe posee unos valores naturales y culturales muy interesantes. Un santuario para la fauna alada de gran porte, como buitre negro y leonado, águila imperial ibérica, real y culebrera, alimoche, cigüeña negra, búho real y halcón peregrino, entre otras especies, es un lugar de visita obligada para los aficionados a la ornitología. Habitado por mamíferos como la nutria, jabalí, ciervo, zorro, tejón, gineta, huidizos a nuestro paso, pero fácilmente observables desde las muchas atalayas naturales de este espacio de relieve abrupto. Poblado por encinas, quejigos, madroños, sauces, acebuches, alcornoques, fresnos, enebros… En primavera peonías, jaguarzos, jaras, retamas, rosales silvestres, añaden sus notas de color al verde dominante de la frondosa vegetación.
El ser humano ha dejado huellas de su paso por este espacio desde la prehistoria. La Cueva del castillo de Monfragüe alberga pinturas rupestres antropomorfas y de animales de entonces. Los romanos dejaron el nombre (mons fragorum) y puentes, calzadas, fuentes y lápidas. El castillo de Monfragüe es una obra musulmana del siglo IX. El cardenal placentino D. Juan de Carvajal impulsó la construcción del Puente del Cardenal que facilitó el desarrollo comarcal en el siglo XV; actualmente sólo es visible cuando baja mucho el nivel de las embalsadas aguas del Tajo. En los chozos de Villarreal descansaban los ganaderos trashumantes.
En el parque existen varias rutas senderistas señalizadas para conocer en detalle este entorno singular. Todas ellas llevan nombres de colores. Dos de ellas se pueden enlazar en un recorrido de apenas veinte kilómetros.
La Ruta Marrón nos lleva desde Serradilla hasta Villarreal de San Carlos. Como atraviesa una zona de reserva precisa un permiso que se consigue en el Centro de Información del Parque en Villarreal de San Carlos.
Serradilla merece una visita por su rico patrimonio religioso y civil. Del primero destaca el Convento del Santísimo Cristo de la Victoria, obra barroca que guarda la magnífica imagen tallada por Domingo de Rioja en 1631.
Tras un desayuno de porras con chocolate salimos de Serradilla por la Fuente Nueva, una armónica construcción de ladrillo cubierta por una bóveda.
Ascendemos entre olivares para cruzar la Sierra de Santa Catalina. Descendemos por la ladera de umbría, cubierta de pino de repoblación y matorral autóctono, hasta cruzar el arroyo de Trasierra y nuevamente ganamos altura hasta entrar en el Parque Nacional por el Collado del Lobo en la Sierra de Enmedio.
Atravesamos un ecosistema totalmente mediterráneo antes de cruzar el Arroyo Barbaón por el Puente del Horquillo, unos metros por debajo de la desembocadura del Arroyo Barbaoncillo.
Una pequeña subida entre enebros nos lleva a confluir con la Ruta Verde a Cerro Gimio que ya no abandonamos hasta Villarreal de San Carlos.
Además del Centro de Información del Parque, también encontramos en Villarreal establecimientos de restauración donde reponer fuerzas antes de afrontar el segundo recorrido que nos llevará al Castillo de Monfragüe.
Ahora seguimos la Ruta Azul que nos lleva hasta el remansado Tajo por la Calzada Real junto a la desembocadura del río Tiétar. El bajo nivel de las aguas nos permite cruzar por el Puente del Cardenal.
Seguimos caminando por la antigua carretera hasta la Fuente del Francés. Iniciamos la subida al castillo por la umbría de la Sierra de las Corchuelas entre una vegetación exuberante de madroños, alcornoques, brezos… A medida que ganamos altura la sucesión de valles y sierras que componen el Parque va mostrándose ante nuestros ojos hasta llegar al Castillo donde la rica orografía se manifiesta en toda su plenitud.
En el cielo los buitres exhiben la belleza de su planeo sobre el roquedo ocre del Salto del Gitano.