La sierra de Guara está situada en el prepirineo de Huesca y ocupa una parte importante de la provincia. Es un macizo de carácter cárstico en el que la erosión ha excavado formidables barrancos. Si se llega por el sur, los viñedos del Somontano dan paso a encinares y plantaciones de pinos silvestres y matorrales.
El Rincón del Trotamundos. Javier San Sebastián
Cada vez que la carretera se acerca a un curso de agua, se intuyen algunas pistas de lo que nos espera, pero lo cierto es que nada nos prepara para ver la tierra rasgada por enormes cuchillos, el espectáculo de las paredes rojizas hundiéndose en abismos o las transparentes aguas turquesa de sus ríos.
Guara es uno de los lugares más conocidos de España para hacer descenso de barrancos. Los nombres de Vero, Mascún, Peonera o los oscuros de Balcés, por citar algunos, son conocidos internacionalmente. También atrae a escaladores y senderistas.
Desde el punto de vista turístico, Alquezar es el pueblo más conocido. La imagen de la colegiata y el castillo, encaramados en lo alto, con el pueblo debajo y el inexpugnable precipicio hacia el Vero detrás, es una de sus imágenes más fotogénicas, aunque cada pueblo tiene su interés monumental y paisajístico.
En los roquedos y volando sobre nosotros veremos aves rupícolas. Con seguridad, buitres, pero con algo de suerte, al quebrantahuesos o al águila real.
Varios senderos permiten recorrer lugares con paisajes asombroso, ermitas, restos megalíticos, puentes, abrigos rupestres con pinturas de gran valor, como la de Chimiachas, Arpán o Mallata. Algunos senderos están habilitados para su uso por cualquier persona, incluso con pasarelas en los lugares complicados. Así ocurre con la simple aproximación al puente de Villacantal desde Alquézar. Otros recorridos son más complicados, como cualquiera de los que pasen por el cauce de algún barranco.
Visitar Guara es una recomendación inevitable para todas aquellas personas amantes de la belleza de los paisajes. Tan sólo decir que un lugar con un interés tan grande, lógicamente tiene un turismo abrumador. Aunque nos perdamos los baños en sus aguas cristalinas, yo recomiendo visitarlo fuera de la temporada alta.
El río Vero es el más importante de la zona. Es un barranco sencillo para personas iniciadas, pero que debe hacerse con conocimiento y medios adecuados (como mínimo calzado para barrancos, casco y neopreno). Si no se tiene experiencia previa, no debe entrarse, salvo que se haga acompañado por un guía y con adecuada forma física. El recorrido es largo, pero asombroso a cada paso. Las paredes con colores cambiantes, los destrepes en rápidos y oquedades que hay que ir descubriendo, las cuevas, la vegetación, todo va llamando la atención y compensa el cansancio que provoca su longitud.
Hemos tenido la suerte de recorrer varios barrancos que nos han dejado recuerdos indelebles. Flotar en Balcés en un pasillo estrechísimo donde no llega la luz del sol, volar hacia el agua en Mascún, rapelar en Básender por formas redondeadas que parecen tragarte…
Este otoño hemos disfrutado de una forma diferente, con la visión cenital del Vero.
El camino que lleva desde Alquezar a los abrigos de Quizans y Chimiachas recorre uno de los tramos más aéreos y estéticos del barranco. Está señalizado y atraviesa los pasos equipados de Len y Articazos para bajar hasta el curso medio del río.
Los paisajes son abrumadores. Nos vienen a la cabeza las imágenes de las cuevas en las paredes que veíamos desde abajo y por las que ahora pasamos. Los colores otoñales y el rojo de la piedra, los vuelos de las rapaces bajo nosotros y el hilo de agua a nuestros pies, todo contribuye a disfrutar del camino.
Tuvimos además la suerte de disfrutar a placer de la visión del quebrantahuesos, recuperado como especie en Guara.
