El Rincón del Trotamundos. Antonio, Javier, Rafa, Pina.
Secuencias de cuatro viajes por Castilla y León, donde los protagonistas son el agua, la flora, la nieve y la invocación del hombre al misticismo. Cuatro destinos inmortalizados por cuatro autores diferentes que conjugan los elementos de la naturaleza con el más halla. En los cuatro casos se resalta, de alguna forma, estos cuatro elementos que suelen destacar en los viajes y en la aventura de estos fotógrafos amantes de la naturaleza, el paisaje y la vida cotidiana.
Los Arribes del Duero
En el extremo suroeste de la provincia de Salamanca, en la frontera con el vecino Portugal, se encuentra el cañón de Los Arribes del Duero, un profundo cortado que las aguas han labrado en la roca granítica de la meseta. Viejos caminos de huertas y aceñas, llevan al viajero hasta este profundo cañón, invernadero de grandes colonias del cormoranes y un espacio fronterizo poseedor de una entidad propia.
Nos encontramos en un encajonado valle de paredes verticales, con un desnivel entre la zona alta de la llanura y el cauce del río que en algunos lugares supera los 300 m. de desnivel. Las diferencias de altitud entre unas zonas y otras, y el propio encajonamiento del río, son en buena medida los responsables de un clima sustancialmente más cálido en las partes bajas del desfiladero que en el resto de las tierras llanas de la meseta.
Paisaje, geología, flora, fauna, forma de vida y arquitectura, conjugan un paisaje excepcional cuya belleza el tiempo y el hombre han modelado. Estas riquezas son un excelente pretexto, o un aliciente más, para visitar esta parte del territorio peninsular y disfrutar de la aventura, de la gente del lugar, de la naturaleza y de otros muchos y agradables placeres que encontrará el viajero al adentrarse por estos valles, peculiares formaciones rocosas y viejos caminos colmados de sorpresas y de alicientes paisajísticos y naturales.
La Peña de Francia
Subimos a la Peña de Francia, que yace cubierta por la nieve, para desde esta colosal atalaya, cargada de historia y simbolismos, poder decir adiós al atípico invierno que hemos tenido este año y que se adentra en la primavera, y recibir con los brazos abiertos esta esperada estación en la que la flora y la fauna despierta del largo letargo invernal, auque en este caso lo haga con la nieve que no cayó durante el invierno.
Desde este desgarrado mosaico de cuarcita que emergió de las profundidades de la tierra, contemplaremos, con el rostro enrojecido por el gélido viento que sopla hoy sobre la montaña, un bello atardecer, un instante fugaz que desaparecerá cuando la noche caiga sobre la tierra, durante el cual permaneceremos con la respiración entrecortada, mientras los entrañable recuerdos de los amigos lejanos, desfilan como un sueño por nuestra mente.
Garganta de los Caballeros
Al acercarse hasta estos apartados páramos que cuartean las tierras de Castilla, donde el camino se hace silencio y el tiempo pasado yace atrapado en los pueblos medievales que se asientan en esta parte de Castilla, el viajero siente que descubre otro mundo de dimensiones desconocidas, alejado de aquel que le rodea permanentemente en las grandes urbes. Un mundo de alturas pétreas, extensos valles y caminos que unen pueblos y culturas, de entre los que destacan por su historia; El Barco de Ávila, Piedrahita y Puente Congosto, todos ellos situados en el valle del Tormes. Pueblos que conservan una relevante arquitectura que denota su dilatada historia.
Del silencio de estas sierras nevadas en invierno, y coloridos bosques otoñales, surge una naturaleza bravía que conserva una importante variedad de especies de flora y fauna. Naturaleza, paisajes, costumbres y tradiciones guardadas con sabiduría por los campesinos del lugar. Nadie mejor que ellos para conocer el valor de estas tierras, donde se criaron y a la que conocen muy bien, pues no en vano modelaron su vida y su carácter, al unísono que lo hacia la propia naturaleza.
Paisaje, geología, flora, fauna, forma de vida y arquitectura, conjugan un paisaje excepcional cuya belleza el tiempo y el hombre han modelado. Estas riquezas son un excelente pretexto, o un aliciente más para visitar esta parte del territorio peninsular y disfrutar de la aventura, de la gente del lugar, de la naturaleza y de otros muchos y agradables placeres que encontrará el viajero al adentrarse por estos valles y montañas colmados de sorpresas y de alicientes paisajísticos y naturales.
Calzada de la Plata
La calzada romano de la Plata, entra en la comunidad de Castilla y León por el puerto de Béjar, paso natural del Sistema Central, tras dejar atrás la comunidad extremeña y el pueblo cacereños de Baños de Montemayor que se asienta, junto con el pueblo de Hervás, en la cabecera del río Ambroz. Un paraje de gran valor paisajístico y natural, donde la historio, la arquitectura y los restos arqueológicos, se perciben por doquier.
Ya en la provincia de Salamanca, la calzada desciende por un paraje natural muy bien conservado donde crecen castaños, robles y frondosos fresnos, hasta el río Cuerpo de hombre, cuyo cauce se pasa por el puente medieval de la Malena. Este tramo de la calzada, Puerto de Béjar y Navarredonda de Salvatierra, pasando por Calzada de Béjar, se encuentra señalizado como GR-100 siendo el único tramo homologado como Ruta de Gran Recorrido de este importante itinerario eco-cultural.
Pasado el puente de la Malena, la ruta continua remontando el curso del río Cuerpos de Hombre, cuyas aguas bajan de la sierra de Béjar y Candelario. En sus margenes crece una abundante vegetación de ribera, que se alterna con los verdes prados que hay en el valle, donde pasta el ganado vacuno de la zona. Un tramo del camino, en el que destacan los miliarios bien conservados, los molinos tradicionales y la arquitectura rural. Es el caso de Calzada de Béjar, o el cercano pueblo de Montemayor del Ría con su castillo, donde la piedra y la madera, conforman un bello conjunto arquitectónico. En Calzada de Béjar, cabe destacar El Fortín Romano situado en una ladera de la sierra próximo al pueblo.