Jordania, un viaje por las rojas montañas y abrasadoras arenas del desierto, tallado por el agua, el sol y el viento, en el “Valle de la Luna”.
El Rincón del Trotamundos. Diego Sáinz, director de Kora Trek
Jordania no es un destino nuevo, son ya muchos años los que este bello país de Oriente Medio habitado por Beduinos y Nómadas, se abrió al turismo.
La archiconocida ciudad histórica de Petra o el Mar Muerto, son los 2 lugares más visitados por viajeros de todas partes del mundo.
Aunque también destacan las ruinas de algunas de sus ciudades, como los restos Románicos de Jerash al norte de Ammán, o su desierto, que hizo famoso Lawrence de Arabia: El Wadi Rum!
¿Dónde?
Mirémoslo desde este otro punto de vista; ya que vamos al Wadi Rum, pasemos a visitar Petra y el Mar Muerto. Pero dejando claro que la idea principal del viaje es el desierto!
Obviamente la gran mayoría de la gente que visita el Wadi Rum, también conocido como “El Valle de la Luna”, es gente que va en viajes más convencionales y por ello podríamos decir que solo se asoman a él. Muy pocos viajeros se toman el tiempo de hacer al menos una noche en el desierto, en alguno de esos típicos campamentos beduinos cercanos a la entrada de la Reserva Natural.
Y menos aún los que decidimos explorar el desierto durante 5 o 6 días, para así poder gozar sin prisas de sus valles, cañones y montañas.
¿Qué?
Son muchos los atractivos del Wadi Rum: Explorar sus valles, ascender alguno de sus picos, trepar por sus angostos cañones, dormir al aire libre y disfrutar de sus noches, amaneceres y sobre todo atardeceres… el lugar es solitario como pocos rincones del mundo.
¿Quién?
Un perfil muy amplio de gente podría disfrutar de una experiencia como esta, a veces nos infravaloramos y cerramos puertas que podrían crearnos mucho disfrute.
Puesto que este artículo va más dirigido a un público de viaje de aventura, no tenemos duda en dar la vuelta a la tortilla para así realizar uno de los viajes más auténticos que se pueda hacer en un desierto.
¿Cuándo?
El Wadi Rum es un desierto montañoso y se encuentra a una media de 1.000 m sobre el nivel del mar. Por ello, la época ideal para ir es de marzo a primeros de mayo y ya luego dejar pasar el verano que es muy caluroso, para de nuevo disfrutar del clima de octubre y noviembre. Debido a la altitud, los inviernos son frescos, con incluso posibilidades de alguna nevada en las cimas.
¿Cómo?
Las caminatas son muy variadas, pues no es el típico desierto de dunas que tenemos en mente, sino montañoso, con muchos valles, cañones y escondrijos secretos.
Lo que nosotros proponemos es caminar 2 o 3 horas por la mañana, parar a comer a la sombra, echarse una siesta (también muy típico de los Beduinos) y continuar otras 2 horas más hasta el siguiente campamento.
Es muy recomendable ir con guía local y no hay muchos que conozcan bien el interior del desierto, pero el que lo conoce bien, te hará pasar por sitios que te sorprenderán por su belleza y vistas.
Hay básicamente 2 opciones de pasar las noches en el desierto, una y la más auténtica es dormir en uno de esos campamentos que te montan para el momento. Es una preciosa experiencia pasar la noche junto al fuego de la hoguera y las estrellas como techo.
La segunda opción, es alojarse en uno de esos “Bedouine Camps” que hay esparcidos en el desierto, algunos hasta con camas, son correctos y también brindan una bonita experiencia.
Quizá la mejor forma sea mezclar noches de campamento con noches al aire libre.
¿Por qué?
Porque es sin ninguna duda, una de las experiencias más genuinas que pueda experimentar un amante del viaje de aventura en uno de los rincones más bellos y solitarios del planeta.
OTROS REPORTAJES RELACIONADOS