El Rincón del Trotamundos. Refugio de Riaño. 9/110/2014
El Otoño deja ver sus primeros retazos, esta estación siempre es espectacular en La Cordillera Cantábrica, donde la mezcla de tonalidades, parece el minucioso trabajo de ejércitos de pintores, que se afanan por decorar sus bosques. Co resultado descubrimos bellos lienzos que tapizan los valles y las laderas de las montañas, cuadros impresionistas que se extienden por “El Pinar de Lillo” donde los verdes intensos se mezclan con las suaves tonalidades de las hayas, los abedules, los avellanos y los robles.
El Pinar de Lillo es un enclave único de la Naturaleza Cantábrica y es posible que no nos suene de nada, pero si os dijéramos que se trata del único pinar autóctono de la Cordillera quizás su nombre os quedará en la memoria para siempre. Que sus nobles pinos forman parte de un bosque relicto procedente del cuaternario, la última glaciación que tuvo lugar en la Península Ibérica, hace quince mil años.
Que sus verde oscuros tonos sirven de fondo a los alegres y múltiples colores del resto de árboles autóctonos, ocres, amarillos, rojos, verdes, especies que conviven en armonía. Que ese maravilloso retazo de naturaleza, está poblado por animales salvajes, donde destacan algunas tan emblemáticas como el lobo, el oso y el urogallo. Estos excepcionales valores nos invitan hacer un viaje en el tiempo para descubrir este mágico lugar y disfrutar de su belleza y del silencio que se percibe en su interior.
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