Archipielago de Fernando de Noronha, Brasil

El Rincón del Trotamundos. Manolo Serrano Sotelo. 12/3/2014

Antes de volar hasta Brasil, pasamos algunos días en Madrid conociendo esta bella ciudad y sus muchos atractivos; impresionantes museos, parques, palacios, la singular arquitectura, paseos clásicos, avenidas y lugares que han hecho famosa esta ciudad por todo el mundo; puerta del Sol, Cibeles, Colón, plaza de Castilla, Barrio de Malasaña, Gran Vía, Plaza Mayor, Atocha, Chueca, Cascorro, Manzanares …

Partimos de Madrid y en poco más de 8 horas aterrizamos en Natal, capital del estado de Rio Grande del Norte, donde tomamos otro vuelo interior que nos dejó en el archipiélago de Fernando de Noronha donde pasamos unos días de descanso inolvidables en contacto con la naturaleza; playas desiertas, acantilados de origen volcánico, ensenadas, coladas y sobretodo, un mar de olas que son el no va más de los amantes del surf. Un placer para la vista, para los sentidos, para la mente, para el cuerpo y para los amantes de los deportes en el mar.

A quinientos cuarenta y tres  km de Recife y unos trescientos desde la parte más oriental de Brasil  se encuentra este bello parque nacional perteneciente al estado de Pernambuco. Fué descubierto por los Portugueses en 1500 , sufriendo varias conquistas por Franceses Ingleses y Holandeses para volver a Portugal en 1700. Compuesta por 21  islas , la única habitada tiene una extensión de 17 km2.

En esta isla se encuentra el único aeropuerto y no se permiten la entrada de más de 300 personas por día, lo que le da a las playas, acantilados y bahías una sensación de paz solo comparable a sitios remotos y recónditos del planeta que por su dificultad de acceso o mal tiempo están despoblados.

Hay hermosas rutas por todas las islas que comunican las impresionantes playas y bahías formadas por Atlántico. Con una orografía  parecida a los morros de Rio de Janeiro, la isla te cautiva nada más poner los pies en tierra por sus paisajes, formaciones geológica, vegetación, fauna y flora.

Aquí podemos ver en la bahía de los Golfinhos más de 1500 delfines que a las seis de la mañana comienza sus andaduras detrás de alguna hembra o saltando entre las olas como si fueses surfistas, es el lugar de observación más regular de los delfines rotadores de todo el planeta.

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En estas islas también se puede hacer buceo entre tiburones (nada peligrosos) y tortugas marinas en la bahía de sureste. En la Playa de Leao se pueden ver espectaculares coladas de lava que emergen de la fina arena. En las playas de Bordo, Concençiao y Cachimba do Pai en el mar de dentro se puede practicar el surf con olas gigantes y disfrutar de este gran espectáculo que ofrece la naturaleza y los sufistas.

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Otro lugar para no perderse es la Praia do Sancho con falesias (acantilados) que la fortifican haciéndola solo accesible por una escalera vertical que desciende desde lo alto de los acantilados, un lugar paradisiaco solo para aquellos viajeros que disfrutan contemplando una naturaleza en estado salvaje.

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