Andanzas por la sierra de Gredos un día de invierno

El Rincón del Trotamundos. 13/1/2014

Andanzas por Gredos en días de cambios, cuando el paisaje de roca viva, se torna delicado y bello, con pronunciados salientes que rematan su  silueta sobre el cielo gris del invierno. Un paisaje configurado por aristas que se pierden en la línea del horizonte sin sucesión de continuidad, lineas  esculpidas por anónimos artistas que añoran días cortos y fríos en los que la nieve emula la paleta del pintor. El pintor que traza sobre el imaginario lienzo, el sueño de un paisaje expectante, silencioso, sumido en la penumbra de las nubes que envuelven la mirada furtiva del espectador.

Canales que suben y bajan en múltiples direcciones, que se abren paso entre las rocas que se amontonan en  aparente desorden, rocas que se sostienen en un difícil equilibrio. Nieve que tapa los huecos entre roca y roca formando chimeneas, canalizos y corredores que ascienden hasta lo más alto de los picos, donde los vientos aúllan, formando afiladas cornisas que se asemejan a las encrestadas olas que baten  los vientos marinos.

Circos glaciares que en forma de anfiteatro son defendidos por las murallas de roca que los jalonan, murallas que soportan los vientos helados que soplan durante el invierno. Pastizales alpinos que contrastan con el intenso blanco de la nieve, nieve que cubre las inexpugnables fortalezas de granito que yacen por doquier esculpidas por el tiempo. Piornos que resisten con dificultad las bajas temperaturas del gélido invierno, cuyas ramas se asoman entre el hielo y la nieve buscando algún rayo de sol que los mantenga vivos. Arroyos que ya no corren pues se han tornado de hielo, así permanecerán hasta que llegue la primavera y se produzca el deshielo.

Así vimos y sentimos en nuestro viaje la sierra de Gredos, y así se lo contamos. Un viaje que solo duró un día, suficiente para disfrutar del espectáculo que ofrece esta sierra durante los cortos días del invierno. Un macizo montañoso que separa dos territorios peninsulares, dos paisajes bien diferenciados, dos comunidades de pueblos, dos ecosistemas que son determinantes en la variedad de las especies animales y vegetales que viven en esta sierra, y hasta dos climas que han marcado la economía, y por consiguiente, la forma de vida de sus habitantes.

El día era frío, amanecía cuando nos acercábamos por la carretera de montaña que lleva hasta la Plataforma de Gredos, de donde salen la mayor parte de las travesías de esquís y de montaña que recorren esta sierra de norte a sur y de este a oeste.  Poca nieve en los accesos al Prado de las Pozas, donde predominan los pastizales y se divisan rebaños de cabras monteses y algún astuto zorro.

El camino de los Barrerones está helado, el viento sopla de poniente y aunque suave, enfría las manos y corta el rostro que queda al descubierto dejándolo insensible. El hielo forma témpanos en los arroyuelos y  canalizos, cubre con una capa fina las rocas que yacen sin nieve y deja heladas las fuentes que encontramos junto al camino.

En lo alto de los Barrerones, abandonamos el camino principal que se dirige hasta el circo de Gredos y el refugio de Elola situado en los márgenes de la Laguna Grande. Tomamos por la izquierda en dirección al pico del Morezón, la cima elegida en este día para conocer la sierra, fotografiar el Circo de Gredos y las montañas más emblemáticas que jalonan esta profunda caldera de origen glaciar. Desde este privilegiado lugar de la montaña, aunque no es el más alto de la sierra, sí, uno de los estratégicamente mejor situados, para contemplar en toda su plenitud las formas geológicas del paisaje que nos dejaron los hielos.

Zigzagueando, ascendemos por la vertiente norte del Morezón, sorteando salientes de roca y alguna que otra placa de hielo, campos de nieve helada donde se hizo necesario utilizar los crampones y el piolet. El cielo que hasta entonces había permanecido despejado, se fue cubriendo de nubes altas, estas filtraban la luz del sol y hacían más uniforme y tamizada la luz que llegaba hasta nosotros, ideal para fotografiar el paisaje nevado de la alta montaña, donde los contrastes entre la roca y la nieve, suelen ser muy fuertes y por lo tanto difíciles de fotografiar.

Alcanzamos la cima del Morenzón sobre la media mañana, el sol cubierto por nubes altas, aún no estaba demasiado alto y la luz entraba lateral en el circo, creando un efecto de iluminación muy sugerente para las fotografías de paisaje. El último tramo del recorrido, lo hicimos por la arista sobre un terreno prácticamente llano y con bastante nieve, caminando siempre al borde de los desplomes rocosos que descienden bruscamente hacia el circo.

El Morezón, como muchos otros en esta sierra, tiene en su cumbre una cruz de hierro sostenida por un montón de piedras. Un punto privilegiado para todos los amantes de la montaña y la fotografía, donde se puede disfrutar de una excepcional panorámica de la sierra, cuyas cumbres más importantes se alinean entorno al circo de Gredos y el circo de las Cinco Lagunas, este último, situado más al oeste.

Tras un largo rato contemplado este soberbio paisaje, continuamos la ruta por las ruinas del refugio del Rey, la divisoria entre la vertiente sur y norte de la sierra, y  el puerto de Candeleda por donde transita la Trocha Real que desciende hasta el pueblo abulense de Candeleda situado en el valle del Tiétar.

Durante el regreso, seguimos el curso de la garganta de Prao Puerto y el Prado de Las Pozas donde enlazamos con el camino de los Barrerones que baja hasta la Plataforma de Gredos, lugar en el que comenzamos y finalizamos nuestra ruta por la sierra de Gredos en un día invernal en el que hemos disfrutados de la nieve, el paisaje invernal y el silencio que brindan estas montañas al visitante.

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