El Rincón del Trotamundos. 29/5/2013
Tal día como hoy hace 60 años, el hombre ponía los pies en el techo de la Tierra, el monte Everest, una montaña hasta entonces inalcanzable, más por su dificultad para coronar su cima, que por lo sagrado de sus rocas que los nativos del lugar le otorgaban. Es triste decirlo, 60 años después, los caminos del Everest son infinitos, por todas sus vertientes, corredores, aristas, glaciales o ríos, se ha ascendido a esta mítica montaña, situada en la gran cordillera del Himalaya.
Cada año un número ingente cantidad de porteadores, expediciones comerciales de todo el mundo, utilizando todos los medios materiales y humanos, se dirigen hasta la base de esta hermosa montaña para intentar escalar su cima y conquistar así la gloria eterna del alpinismo. Muchos lo intentan utilizando todos los medios a su alcance sin importar el dinero y la vida. Algunos, solo algunos, lo consiguen, mientras otros menos afortunados, se quedan para siempre en el camino y sus sueños y gloria quedan para la eternidad en esta sagrada montaña que los dioses han esculpido para envidia de los humanos.
Así, las paredes nevadas, los glaciales y grietas del Everest se hallan llenas de basura, todo tipo de material de montaña abandonado, y junto a estos materiales, muchos de ellos difíciles de transformar por la naturaleza, yacen los cuerpos inertes de muchos montañeros que intentando la conquista de la gloria, perecieron en el camino. Una imagen dantesca que nos muestra el poco o ningún respeto que los humanos tenemos por la naturaleza, las montañas y por nuestra propia vida.
Triste es decirlo, ahora que se cumple el 60 aniversario de la primera conquista de esta montaña, pero el Everest es una auténtica romería, en la que participa alguna gente ávida de fama y gloria, pero poco o nada respetuosa con la naturaleza, el medio ambiente y con las montañas del mundo. Unos espacios naturales que deberían ser declarados patrimonio de la humanidad, puesto que de la salud de las montañas y cordilleras de todo el mundo, depende en buena medida, la salud de la especie humana en la Tierra.
60 años, de épicas historias, de tragedias, de solidaridad, de sueños cumplidos o frustrados y de hazañas que han dado la vuelta al mundo. Todo eso y mucho más, es lo que mejor resume la historia de estos 60 años de la conquista del Everest. Una historia que para muchos será todo un éxito personal, pero si la analizamos desde la distancia, es una historia pobre y trágica, llena de retos personales donde casi siempre primó el individualismo por encima de la colectividad y el respeto por el hombre, la naturaleza y los valores que deberían predominar en la sociedad y en los deportes de aventura.
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