Sevilla, entre rejas y arabescos

Rincón del Trotamundos. Manuel López González. 18/3/2013

Torre del Oro, río Guadalquivir

Acabamos de regresar de pasar cuatro días en la capital hispalense disfrutando de sus muchos monumentos, jardines, plazas llenas de gente y de los paseos al atardecer por los margenes del río Guadalquivir, entre Triana y la torre del Oro. El último día nos acercamos hasta la Cañada de los Pájaros, enclave muy recomendable y auténtico paraíso para ornitólogos «aficionados» y profesionales, este paraje se encuentra cerca de Puebla del Río.

Pato Cuchara sbsp fosforíto

Lugares de Sevilla que el viajero debe buscar y contemplar siempre que visite esta ciudad para vivir de cerca la hermosura, las emociones y la diversidad del paisajes y la rica arquitectura. El mosaico de sus casas, el trazados de sus calles y avenidas, los históricos parques y jardines como lugares de encuentro y los dos grandes recintos de las explosiones universales que la hicieron famosa en todo el mundo.

Barrio del Arenal

La ciudad se muestra a si misma y a lo forasteros como una unidad. Nada más lejos de la realidad, existe la Sevilla de la primavera, lúdica y activa que muestra sus mejores galas, la Sevilla estival, despiadadamente calurosa y pausada, la Sevilla otoñal y multicolor, la Sevilla invernal, placida y serena en la que las prisas no tienen cabida. Cada estación del año y cada momento están marcados por un ritmo, por una forma de entender el paso del tiempo adaptada a las circunstancias, a los aconteceres y las celebraciones religiosas, históricas  y populares.

Parque de María Luisa

Pero la ciudad no sólo es múltiple en el tiempo, también en el espacio y en el ritmo. Para divisarla como unidad, debemos ascender a las alturas y observar la a vista de pájaro en sus cuatro puntos cardinales. Para ello nos vamos hasta la catedral y ascendemos por las rampas a lo más alto del minarete árabe de la Giralda. Desde este lugar columpiado sobre los tejados de la viaja y nueva Sevilla, descubrimos el mosaico que forman las casas y calles, todo ellos salpicado por los espacios arbolados, los jardines y las mansas aguas del Guadalquivir que separan Sevilla de Triana.

Barrio de Santa Cruz

El típico barrio de Santa Cruz con continuas referencias de la historia, la leyenda y la literatura, confluyen en sus callejas, plazas, arcos y típicos pasadizos. Casas antiguas con patios de columnas, surtidores y ventanas enrejadas por las que penetran los cantos, los aromas y colores de las plantas que llenan los espacios y fachadas de los patios.

En la maraña de calles del barrio de Santa Cruz, que antiguamente fueron judería de la ciudad, hay numerosos bares de tapeo. Algunos, aprovechando su proximidad a la Catedral y los Reales Alcázares, están claramente pensados para el turismo. Otros, en cambio, gozan del encanto de los locales sevillanos. Vale la pena buscar, pues igual que sucede con los locales, los mejores rincones, plazas, jardines, celosías… no son siempre los más obvios.

Plaza España

En el corazón de la ciudad se abre la calle Sierpes y calles adyacentes, en estos bulevares el viajero encontrará alguna de las tiendas más sorprendentes y tradicionales de la ciudad de Sevilla donde puede comprar de todo lo inimaginable. Hallará tambien aquí el mayor ajetreo de Sevilla: tertulias de café, corrillos de negociantes y artistas, amenizado por músicos que interpretan un amplio repertorio de piezas, lo que constituye la banda sonora de Sierpes y del ambiente siempre vivo y festivo de esta ciudad andaluza.

Visitas recomendadas

El palacio de Poncio Pilato. En la plaza de Pilatos se levanta un espectacular palacio que hizo edificar en el siglo XVI el primer marqués de Tarifa. Este aristócrata viajero por Europa e importó el estilo renacentista italiano a su casa noble, que según se cuenta está inspirado en la finca que Poncio Pilatos tenía en Jerusalén. El marqués y sus sucesores la decoraron combinando elementos mudéjares y piezas romanas y griegas procedentes de Italia, como la “ que puede verse en el pabellón del jardín Chino. Actualmente el palacio pertenece a los duques de Medinaceli, si bien sus principales salas están abiertas al público.

Los Reales Alcázares

Los Reales Alcázares. El Patio de la Montería de los Reales Alcázares lo preside la fachada del patio que el rey don Pedro I mandó erigir en 1364. A su construcción contribuyeron artesanos  locales junto a otros procedentes de Toledo y del reino nazarita de Granada, con el cual el rey mantenía muy buenas relaciones.

Lo Reales Alcázares son buen ejemplo de construcción palaciega erigida a impulso de trastornos sociopolíticos y económicos de la época. Además del palacio de don Pedro I, el conjunto fue mejorado por los Reyes Católicos, Carlos V, Felipe II, y por Isabel II.

Jardines de los Alcázares

El ostentoso Salón de Embajadores y el Patio de las Doncellas eran los principales  estancias de los Reales Alcázares destinadas a la vida cortesana. El primero conservó la estructura de salón islámico, aunque su decoración se renovó incorporando elementos de signo renacentista y gótico. La pieza destaca por la triple arquería cada una de ella con tres arcos de herradura y por los complejos alicatados y yeserías que embellecen cada rincón de los muros de este palacio. Una visita obligada para todo viajero que viaja a la ciudad hispalense.

La Giralda de Sevilla

La Catedral de Sevilla. El templo se levanta sobre la gran mezquita que el arquitecto Ahman Ben Basso construyó para el califa Abu Yacub Yusf a partir del 1172, cuando Sevilla era capital del reino almohade. De esta obra se conservan dos esplendorosos vestigios, el Patio de los Naranjos y la Giralda, que ni la estilización gótica ni el posterior recargamiento manierista de la Catedral pueden borrar de la retina del viajero.

Al delicado y armonioso patio árabe de los Naranjos se accede por la llamada Puerta del Perón y por la Puerta del Lagarto, y en su centro se alza una fuente cuya taza superior es visigoda. Mas para admirar la belleza simétrica de ese mágico jardín es casi obligado subir al campanario de la Catedral, la emblemática Giralda, que mide 93,90 metros y es una amalgama de dos construcciones distintas y distantes en tiempo y estilo. La torre de Ben Basso con el Alminar de Aljama, y el campanario renacentista. La Giralda simboliza Sevilla, pero tambien la fuerza o el cruce  de dos poderosas culturas, la islámica y la cristiana, condenadas a entenderse y convivir.

Barrio de Triana

Entre Sevilla y Triana, fluye el río Guadalquivir, con su famoso puente, el de Triana, sus paseos fluviales, su majestuosa Torre del Oro que perdió su carácter defensivo y observa con siete siglo a cuesta la vida cotidiana del barrio del Arenal. Una  bella estampa iluminada por la luz de los atardeceres que ensalza los encendidos colores de la Maestranza y los mosaicos de los tejados de iglesias y palacios. El agua que baja de la sierra y da vida al puerto fluvial de Sevilla, punto de atraque de pequeñas embarcaciones que se adentran por el río desde el Atlántico.

Mirador de las setas

El viaje desde Madrid hasta Sevilla, lo realizamos aprovechando una oferta de última hora, con lo cual nos salio muy económico, al igual que el apartamento que contratamos, este estaba situado en el centro por lo que nos fue muy fácil movernos por la ciudad sin tener que utilizar el trasporte publico, aunque Sevilla esta muy bien comunicada y tiene mucha facilidad para desplazarse alquilando una bicicleta.

El regreso lo efectuamos en un vuelos de bajo coste que ya teníamos contratado, con lo cual nos resulto un viaje muy económico y cómodo ya que no tuvimos que utilizar en ningún momento el coche de alquiler.

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3 thoughts on “Sevilla, entre rejas y arabescos

  1. Enhorabuena por tan buen reportaje fotográfico de mi ciudad y de pájaros, se ve que eres un buen aficionado a la ornitología.
    Desde Sevilla, para los que gustan de viajar en bicicleta, sale una muy bonita ruta por parajes aún bastante desconocidos:

    Un saludo

    Jose I.

  2. Supongo que será un error mecanográfico,pero no es torre del Loro, es TORRE DEL ORO.
    Saludos desde Sevilla.

  3. Te felicito por las fotos que ilustran bastante bien la luminosidad de tan bella ciudad. Serìa muy enriquecedor salir de las rutas tradicionales que son de un encanto indiscutible para poderse adentrar en la peculiaridad e ingenuosidad que ofrece su gente.

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