El tiempo que ha pasado

El Rincón del Trotamundos. Carlos Miguel Martín y Enrique Galindo. 11/1/2012

Esta mañana al enviarme Carlos unas fotos de la excursión que hicimos este domingo pasado, escribe también: » hace como mes y medio, di una vuelta por el monte (como nos gusta decir en Extremadura) con mi madre. El atardecer estaba al caer y nos encontrábamos cerca de un cerro coronado por la casa de una finca…,

y tras pasar unos minutos donde no se oían ni los pájaros, a mi me pareció fantástica aquella soledad, aquella tranquilidad; incluso decía para mi, que bien me vendría hacer esto todas las tardes, disfrutar del silencio, de la nada. Pero mientras en mi cabeza todo era bonito y positivo, en la cabeza de mi madre era todo lo contrario. Y de pronto, noté cómo se emocionaba al recordar como era esa casa del cerro cuando ella era niña: las gallinas rebuscaban alrededor de las esterqueras, los gatos descansaban al cobijo del último reducto de sol, los campanos de las cabras tintineaban de recogida a la majada, los cabritos berreaban al sentir a sus madres, los perros corrían tras un grupo de ovejas que se habían despistado, las niñas saltaban a la comba, mientras los niños corrían descalzos tras una rueda, los hombres volvían con sus segurejas del corte, con los varales terciados sobre el hombro tras un agotador día de caer bellotas para los cochinos, los pastores dejaban la morrala, ese día estaban de enhorabuena, comerían caliente porque había cazado una liebre, a la vez que se escuchaban silbidos a los que los perros acudían veloces etc etc etc.

Terminaba diciendo que lo único que se escuchaba ahora, es el silencio triste, que todo aquel bullicio había desaparecido. Para asegurar que el monte estaba muerto. Y la verdad es que al urbanita le gusta la soledad del campo y su silencio, pero para los que vivieron otra realidad, la añoran y la echan de menos».

El tiempo que ha pasado. En 1952 José Manuel Caballero Bonald escribió «aguas de la memoria», esas aguas que cuando uno las mira o «los momentos que fluyen evocados, resucita, hace ciertos los días que cayeron, que pasaron heridos, y los alza, los levanta a la luz de la memoria, a esa luz que nos duele, porque en el tiempo sólo puede vivirse sabiendo que ha pasado». Feliz año.

Aventura y ocio en la Naturaleza

http://www.elrincondeltrotamundos.com

 

 

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