Javier Elcuaz Del Arco
La salida al mar que proporciona el golfo de Trieste a los países centroeuropeos ha sido uno de los lugares más codiciados a lo largo de la historia. Al recorrer los países situados en el fondo norte del mar Adrático, el viajero encontrará, además de la valiosa huella dejada por la humanidad durante siglos, un medio natural de comparable valor.
La suntuosidad de los palacios de Trieste situados junto al mar nos habla de su pasado imperial, cuando fue el puerto austriaco en el Mediterráneo.
El conjunto histórico de Ljubljana se extiende a los pies de su castillo, abrazado por el río Ljubljanica. La fusión entre sus edificios modernistas con otros de épocas anteriores resulta armoniosa y placentera. En las noches de verano, se impone pasear junto al río o sentarse en alguna de las animadas terrazas de la zona para sentirse algo más que bien.
Entre el resto de las interesantísimas ciudades de la zona, hay una que destaca especialmente: Venecia. Su saturación humana a todas horas o el calor intenso y pegajoso del verano son poca cosa, en comparación con el placer que proporciona un simple paseo sin rumbo por sus laberínticas calles y pasajes. Sus magníficos palacios e iglesias se combinan sin estridencias con las edificaciones más modestas, incluso donde el revoque ha desaparecido dejando ver el modesto ladrillo que cierra los espacios.
Las obras de la Naturaleza en esta región nada tienen que envidiar a las humanas en belleza y magnificencia. Las dimensiones del cañón subterráneo de la cueva de Škocjan caen fuera de toda proporción. Esta cueva se encuentra a treinta kilómetros de Trieste. También en Eslovenia, y a otros treinta kilómetros de distancia de la anterior, las infinitas formaciones de estalactitas, estalactitas, cortinas, columnas y cascadas mineralizadas de la cueva de Postojna sorprenden por su belleza y variedad.
Otro rincón esloveno que bien podría ser parte del parte del paraíso, es el curso del río Soča. Desde los Alpes Julianos, las aguas de color esmeralda de este río han tallado una garganta en el corazón cárstico esloveno donde se unen la práctica de actividades deportivas, como el descenso de aguas bravas, con la más tranquila del senderismo para disfrutar en un medio montañoso natural exuberante.
A ochenta kilómetros al sur de la frontera eslovena el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, en Croacia, es un lugar privilegiado donde la Naturaleza ha creado una obra de belleza abrumadora. La toba calcárea, en constante proceso de formación, ha producido un conjunto de lagos escalonados, comunicados por cascadas, en medio de un espeso bosque donde el azul turquesa de las aguas contrasta con el verde de las hayas.
Finalmente, otra de las maravillas que se asoma al Adriático es la compuesta por los distintos macizos montañosos que conforman Dolomitas. A pesar del enorme número de visitantes que concentra, de la abundancia de medios mecánicos de remonte, la excesiva cantidad de refugios de montaña, tan cercanos entre sí que parecen dispuestos para seguir una ruta gastronómica, las posibilidades que ofrecen para la práctica del montañismo y la escalada son excepcionales. Subir hasta el pico Piz Boé, acercarse a las Cinque Torri o contemplar las Tre Cime di Lavaredo, entre otros muchos lugares, recompensa sobradamente sobre los inevitables inconvenientes.
Otros reportajes del autor: Babia, más que el rincón leonés donde perderse
http://www.elrincondeltrotamundos.com
Fantástico resumen, en palabras y fotos mágnificas.
Hola Javier,
Precioso viaje y preciosas fotos;
enhorabuena!
Es un resumen genial, tanto en palabras como en imágenes. ¡Qué más se puede decir!
Enhorabuena, Javier. Magníficas fotos y mejor experiencia viajera por los países del Adriático oriental. Tuve la suerte de andar por allí en un gran viaje en bicicleta hace tres años y guardo un fenomenal recuerdo.
José I.