Gabriel y Galán, en una noche de celos y luna llena


Javier Peña Gómez, Antonio Gallego


Desde Granadilla, remontando los meandros del Alagón embalsados por el pantano de Gabriel y Galán, hasta la alquería semisumergida de Martinebrón, donde llegamos con las últimas luces, escuchando la berrea de los ciervos resonar por las orillas y durante buena parte de la noche y amanecer. Noche de luna, noche de espera y de sonidos de la naturaleza.

«Cada año, al finalizar septiembre, después de las primeras lluvias, nos dirigimos al pantano de Gabriel y Galán con la intención de escuchar la berrea de los ciervos en directo. Este año hemos superado la participación de otras ediciones, y nos hemos juntado catorce amigos.

Embarcamos el sábado a primera hora de la tarde a los pies del pueblo de Granadilla, y comenzamos a remontar las tranquilas aguas del embalse, con buen tiempo, y con la intención de llegar antes de que se ponga el sol a la alquería abandonada de Martinebrón, donde pasaremos la noche y disfrutaremos de todas las viandas que hemos cargado en nuestras embarcaciones.

Javier Peña, como es habitual en él ha sido el último en cargar su piragua con el material de acampada y las viandas, además al salir olvidó algo muy importante, el hornillo, el farolito para iluminar la mesa durante la cena y el licor-café, así que no sólo salió el último, sino que una vez embarcado tuvo que regresar a la furgoneta a por tan importantes complementos.

El recorrido transcurrió con tranquilidad y sin incidentes, el grupo se fue estirando, los más novatos en esto del kayak preguntaban cuanto quedaba para llegar, y había que decirles alguna mentirijilla para que no se quedaran atrás, algo así como lo que hizo Cristobal Colón con sus marineros, con la finalidad de evitar motines.

El recorrido es de unos catorce kilómetros, y este año hemos tenido un buen caudal de agua, lo que nos ha permitido llegar hasta Martinebrón sin problemas. El año pasado, mucho más seco que este 2010, nos vimos obligados a acampar dos o tres kilómetros antes de llegar, ya que el pantano se convertía es un pequeño regato por donde se hacía imposible la navegación, aunque ello nos permitió el domingo por la mañana acercarnos caminando hasta la alquería y contemplar Martinhebrón completamente al descubierto, mientras que este año la mitad de las casas estaban sumergidas.

Algunos llegaron de día, los primeros espantaron a unas cuantas ciervas que paseaban tranquilamente entre las casas, y los últimos llegaban escasa una hora más tarde, casi de noche. Pero sitio para acampar tienen todos.

Aguzando el oído y aprovechando algún momento de silencio, ya podíamos escuchar los primeros berridos de los ciervos, que tratan así de atraer a las hembras en celo. Es algo que tiene su encanto, el estar en ese lugar abandonado desde hace varias décadas, cuando se construyó la presa, en 1964, que se abandonó este pequeño asentamiento, pienso que de pastores y ganaderos, y que consta de algo así como un centenar de casas derruidas, en las que aún se pueden encontrar molinos abandonados, cabeceros de alguna cama, y algunos utiles de cocina. Ahora es lugar visitado por pescadores y por nosotros, los piragüistas.

Nosotros, una vez montado el campamento, pusimos las viandas encima de una improvisada mesa con piedras de pizarra, y ahora toca reponer fuerzas, con las tortillas, empanadas, embutido y ensaladas que llevamos preparadas, finalizando con una cata de vinos y licores, que no llevan al saco más que calentitos.

Durante la noche, y con el silencio del amanecer es cuando más clara se escucha la berrea, que no es otra cosa que la excusa que nos hemos inventado para juntarnos allí una vez al año.

Y otra tradición es dar una pequeña caminata por los alrededores el domingo por la mañana. Este año durante el paseo pudimos observar un grupo de ciervas que bajaban a beber al pantano, y a los lejos un macho jóven que no nos quitaba ojo, esperando que nos fuéramos y le dejaramos el campo libre para cumplir con lo que la naturaleza le pide.

Ya sólo queda desmontar el campamento y cargar todo de nuevo y desandar, en este caso, desrremar lo remado, volver a Granadilla, disfrutando también de algún baño para refrescarnos en el pantano, y guardar en el recuerdo Martinebrón 2010, hasta el próximo otoño, en que nos volvamos a encontrar allí.»

En nuestro portal El Rincón del Trotamundos, no disponemos de  asociados de Turismo Rural en la zona, ni de empresas de Turismo de Aventura.

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