BUÇACO, UN RINCÓN DEL PARAÍSO EN PORTUGAL

Javier Elcuaz del Arco

La combinación de las exuberantes plantas de los continentes donde los portugueses establecieron colonias, la vegetación autóctona, la arquitectura neomanuelina y la sencillez externa, unida a la intensa emotividad de las escenas de las capillas de su calvario, producen una continua sensación de disfrute que uno desearía alargar indefinidamente, situación peligrosa porque así comienzan las adiciones.

Esta experiencia la vivimos en el “Bosque Sacro” de Buçaco –A mata Nacional do Buçaco, en portugués- situado junto a la localidad de Luso, entre la universitaria Coimbra y Aveiro,  la venecia portuguesa.  Luso, ciudad balneario, está a 29 kilómetros al norte de la primera y a 53 kilómetros al suroeste de la segunda.

En un recinto de 5 kilómetros de perímetro y 105 hectáreas de extensión los Carmelitas Descalzos levantaron su convento y un conjunto de ermitas entre 1620 y 1700. Con este modelo constructivo querían vivir la soledad de los primeros ermitaños cristianos. Pero no se quedaron ahí. También añadieron un Monte Sacro que simbolizaba la ciudad de Jerusalén. Para rememorar la pasión y muerte de Jesucristo construyeron un Vía Crucis de veinte estaciones, el pretorio de Pilatos con la columna donde Cristo fue atado para escuchar su condena y el Calvario, un pequeño templo cuya forma se basa en la de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Las paredes y techos de estos edificios están cubiertos de corcho, embrechados (pequeñas piedras incrustadas) y piedra tallada a pico. Estos elementos caracterizan la cultura de pobreza de la orden carmelita, a la vez que aíslan acogedoramente del húmedo exterior.

Los carmelitas mantienen que su orden fue la primera creada dentro del cristianismo. Sitúan su origen en el Monte Carmelo, en la Palestina bíblica. De aquí arranca su preocupación por plantar árboles, especialmente cedros, el árbol bíblico.

Los monjes descalzos abandonaron Buçaco después de la prohibición de las órdenes religiosas en Portugal en 1834. El bosque quedaría a cargo del estado y nuevas especies arbóreas fueron plantadas: araucarias, pinos, abetos, secuoyas, pseudotsugas, rododendros, helechos gigantes … Actualmente viven en Buçaco cerca de setecientas especies de árboles exóticos y autóctonos. El vía crucis de figuras de barro data de esa época.

A principios del siglo XX una buena parte del convento se derribó para construir un pabellón de caza para la familia real portuguesa, que sólo se utilizaría en una ocasión. El neomanuelino Palace Hotel Buçaco se convirtió en destino europeo de moda tras la Primera Guerra Mundial. Su exterior evoca la Torre de Belém y los ornamentos del claustro de los Jerónimos de Lisboa, también los arabescos del Convento de Cristo de Tomar. Paneles de azulejos, frescos y cuadros alusivos a la época de los descubrimientos portugueses decoran su rico interior, donde no faltan muebles portugueses, indo-portugueses y chinos. Su fastuosa tapicería, el techo morisco, el suelo recubierto de maderas exóticas y la galería real, añaden los últimos ingredientes de un lugar erigido para disfrute de los sentidos y el conocimiento.

Los botánicos han clasificado el lugar como uno de los mejores arboretos de Europa y los poetas como el “altar de la naturaleza”. Recorrer sus caminos buscando los atractivos que guarda o vagar sin rumbo establecido, sólo atentos a las sensaciones que se suceden sin tregua, compensa sobradamente al viajero curioso que también encuentra en este espacio merenderos donde disfrutar los productos de la región: la purísima agua de Luso y su rico pan, queso y embutidos a la sombra fresca de una bóveda vegetal con la armonía de los cantos de las aves del entorno.

One thought on “BUÇACO, UN RINCÓN DEL PARAÍSO EN PORTUGAL

  1. sigo pensando igual…como ustedes no hay nadie mejor para que yo conosca el mundo mil gracias por transmitir estos hermosos lugares junto con sus historias,.que dios y la virgen los bendigan siempre y me los cuiden para que sigamso aqui…mil gracias.

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