Maramures en invierno

POR EL VALLE DEL VASSER EN EL TREN MADERERO DE VISEU DE SUS


La región de Maramures con razón está considerada como el alma de la Rumanía más rural. Situada en el noroeste del país, y fronteriza con Ucrania, Maramures destaca, entre otros, por sus maravillosos paisajes de colinas suaves y onduladas en los que los prados destinados al pasto de la cabaña ganadera se encuentran inundados de estéticos amiales. Probablemente sea esta imagen, la de los miles de amiales, la más bucólica y conocida de la región. Pero además, y sobre todo, es la región del agua y la madera. Bosques infinitos de abetos de cuya madera están construidos los pueblos y cualquier tipo de equipamiento social. Un pintoresco mosaico que diera la sensación de una vuelta atrás en el tiempo, convirtiéndonos en testigos de unas formas de vida y de unos usos y costumbres desaparecidos en gran parte del resto de Europa.

Casi no es exagerado afirmar que poco ha cambiado a lo largo de los últimos siglos en la forma de vida tradicional en Maramures. Incluso en la época comunista resistió a la introducción de unas maneras de vida totalmente ajenas a las suyas. La iglesia, como antiguamente, sigue siendo un centro fundamental sobre el que gravita gran parte de su vida social. Llama la atención la devoción con la que las mujeres, jóvenes y mayores, y gran parte de los hombres, se santiguan y reclinan la cabeza al pasar delante de iglesias, crucifijos y cementerios.

Viajar por Maramures en invierno aporta otra nueva sensación para aquellos que llegan de climas más cálidos: el frío. 30 grados bajo cero no es una temperatura excepcional, y desarrollar la vida en estas condiciones se convierte en un reto que merece la pena experimentar.

Ya hemos señalado que madera y agua son dos de las palabras que mejor definen Maramures. La historia, las tradiciones y la vida de las gentes de esta región están grabadas en la madera de las iglesias y en las aguas de los numerosos ríos y gargantas que forman valles tan espectaculares como el del Mara, el del Iza, el Valle del Vişeu, y por encima de todos el Valle del Vasser.

El Valle del río Vasser mide alrededor de 60 kilómetros de longitud y su nacimiento se sitúa justo en la frontera con Ucrania. Los abetos tapizan toda su superficie y la explotación de la madera es la que ofrece la singularidad más destacada de este valle. Su acceso sólo es posible en el tren maderero de la empresa Căile Ferate Forestiere Vişeu de Sus, o simplemente CFF Vişeu de Sus. Esta línea ferroviaria, de vía estrecha, fue construida después de la Primera Guerra Mundial con el único objetivo de transportar la madera del Vasser e increíblemente, casi un siglo después, sigue siendo utilizada con el mismo, y único, propósito.

La estación de Vişeu de Sus no puede calificarse como una estación de ferrocarril convencional. Más bien se trata del depósito de los miles de troncos de abeto talados en el interior del Valle, transportados en el ferrocarril y finalmente depositados aquí anárquicamente a la espera de ser transformados en las instalaciones que la
propia empresa maderera tiene en la estación.

Tampoco es convencional intentar enrolarse en el tren para compartir un día en la vida de los madereros que trabajan en el Vasser. Menos aun en invierno. 24 grados bajo cero y una espera de hora y media desde las siete de la mañana puede que ayudaran a convencer al jefe del convoy de la sinceridad, y determinación, de la decisión tomada. Al tratarse de un tren que sólo se utiliza para sacar la madera del valle, los horarios se encuentran en función de las necesidades de la empresa por lo que tanto la hora del viaje de ida como el de vuelta son una incógnita. Lo que queda claro desde el inicio del mismo es la velocidad: apenas alcanza los 10 kilómetros a la hora de media. Además el trayecto de las vías se encuentra surcado por innumerables arroyos y corrientes de agua que, con temperaturas tan extremas, se congela formando una gruesa capa de hielo sobre los raíles. Unas capas de hielo que impiden la circulación de los convoyes y a las que se sólo se les puede vencer apeándose del tren y limpiando los raíles con picos y palas. En esta línea los descarrilamientos no son infrecuentes y el estado de conservación de la maquinaria no es el más adecuado.

Siendo la única vía de acceso al valle, el tren también se utiliza como medio de transporte para acercar a los madereros hasta los distintos campamentos que se distribuyen a lo largo de la línea y que les sirven de alojamiento durante los cinco o seis días en los que desarrollan su jornada laboral. Condiciones tan duras de trabajo, y climáticas tan adversas, contribuyen a comprender el estado etílico permanente de alguno de estos hombres. Sobrios y serios a las siete de la mañana cuando llegan a la estación de Viseu de Sus con los equipajes y las enormes sierras mecánicas; entrañables a lo largo del lento recorrido y amigos para siempre en la despedida al llegar a los últimos campamentos de la vía en Faina y Comanu. Así es el absurdo asidero que les proporciona el alcohol, felices al menos de tener ese punto de apoyo en tales condiciones.

El regreso, también en función de las necesidades de la empresa y obligados por un trayecto de una sóla vía, es fácil que en esta época se realice de noche. Al llegar de nuevo a la estación de Viseu de Sus, a pesar de la temperatura extremadamente baja, apenas se nota el frío. No hay manera de expresar las emociones y de regreso a casa sólo se piensa en volver.

Maramures: una historia política convulsa

No todo son imágenes bucólicas en Maramureş. Políticamente, su historia ha sido tan convulsa como la de toda Europa central. Desde el año 1526 en que se incorporó a Transilvania las anexiones y cambios de soberanía han sido una constante. Así, en 1687, como toda Transilvania, pasó a depender de la Dinastía Habsburgo y en 1703 fue anexionada por primera vez a Hungría. La Dinastía de los Habsburgo colapsó en 1848 y en 1918, Transilvania, incluida Maramureş, se unió al Reino de Rumanía. En 1940, Maramures y el Norte de Transilvania fue entregada por los nazis alemanes de nuevo a Hungria. Hasta 1945 con la rendición de las tropas nazis y húngaras no volvió a formar parte de Rumanía, pero para caer bajo la órbita soviética.

Bajo el régimen comunista, a principios de los años sesenta del siglo XX, la mayoría de los pequeños agricultores rumanos se vieron forzados a entregar sus tierras a las granjas colectivizadas. También en Maramures, a pesar de lo cual tanto las tradiciones como los usos y costumbres se mantuvieron. Hoy día la emigración a los países de la Europa Occidental, principalmente a Italia y a España es la nueva plaga que azota esta región.

La “Mocăniţa”

Desde hace unos pocos años, durante los meses de mayo a octubre esta línea se abre al turismo como una nueva fuente de ingreso en esta zona tan deprimida de Rumanía. El viaje se realizaba en la popular “Mocăniţa” una máquina de vapor que contribuía a hacer más especial este recorrido. En el verano de 2008 las fuertes inundaciones que asolaron todo el centro de Europa dañaron seriamente tanto las infraestructuras de la vía como la propia máquina de vapor. Hasta mediados de diciembre de 2008 no se recuperó la circulación de trenes en el Valle del Vasser pero la “Mocăniţa” quedó inutilizada para siempre. Durante el resto del año la posibilidad de realizar este recorrido depende de la voluntad del jefe del convoy, en nuestro caso Nikolai. El viaje en el tren maderero del Valle del Vasser se realizó el lunes 12 de enero de 2009

Agradecido como siempre a mi compañero de viajes Giuseppe.

Texto y fotografías: Manuel Hdez. Leal

3 thoughts on “Maramures en invierno

  1. Felicidades, Manuel, por este magnífico reportaje sobre una de las más bellas y últimas regiones de Europa que se mantienen alejadas de la «modernidad». Hace poco estuve por allí cerca y ya pude tener una idea de lo que representa Maramures.

  2. Estuve el año pasado en Rumanía y por supuesto estuve en las iglesias pintadas de la Bucovina, pasé por Maramures y me gusto mucho el paisaje rural pero claro yo fuí en verano y cuando me dijeron la temperatura media en invierno ya dije que no me buscaran ahí, tu articulo me ha dado frio

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