RODANDO POR EL CAMINO DEL EBRO

Texto y fotografía de José Acera

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…en el norte de Burgos, y dejándonos llevar por los sinuosos meandros de los múltiples desfiladeros que jalonan la abrupta tierra de las Merindades, hemos recorrido rodando con nuestras bicicletas una parte de las sendas, caminos y carreteras por las que discurre el recientemente estrenado GR-99, tomando también como enlaces algunos tramos del GR-85.
El Ebro marca la pauta, y talla geografía e historia en toda su zona de influencia que nos sorprende con una inmensa riqueza paisajística y cultural. Son múltiples los pueblos montañeses, que cada cuatro o cinco kilómetros nos ofrecen infinidad de riqueza arquitectónica; iglesias, torres, casas señoriales y otras que, con su singular piedra “tobera”, adquieren una sobriedad y personalidad identificativas de la tierra burgalesa que las vio nacer en tiempos remotos.
Si bien es cierto que las raíces de las Merindades se remontan a tiempos prehistóricos y guarda en su conjunto notables huellas de esas épocas, sorprende el legado que hoy disfrutamos perteneciente a la Baja Edad Media, con un inagotable recorrido cultural comprendido entre los siglos XI y XII sobre todo muy representado entre los valles de Mena, Losa y Valdivieso.
Por otro lado, acompañará a la arquitectura del hombre el paisaje que ha ido tallando la fuerza de la natural en esta caliza fácil de moldear. Los desfiladeros por los que discurre el Ebro y sus afluentes, atesoran una variada riqueza de bosques y fauna en sus diferentes estadios de altitud. Sin duda la influencia de la montaña cantabresa y su constante humedad mantienen vivas estas singulares sierras de predominancia atlántica.

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El quejigo es la especie mayoritaria, aunque como su zona de expansión está situada en la parte de menos altitud, fue víctima de la roza, y hoy es un bien a preservar…, encinas, robles, hayas, pinos e incluso algún reducto de tejo conforman el paisaje por el que atravesamos.
En cuanto a fauna, hemos sido sorprendidos por los corzos en dos ocasiones, ungulado con gran presencia en estos parajes, aunque no falta jabalí, zorro, gato montés y otros carnívoros como el tejón, que también nos acompañó unos segundos junto a nuestra rodadura. Ya nos hubiera gustado ver al lobo que también tiene sus corredores y territorios de caza en la abrupta sierra, pero eso, no lo podemos contar.
Los buitres coronan el cielo constantemente, con unos magníficos posaderos en las escarpadas paredes. El águila perdizera, también se ha dejado ver en parejas, oteando el terreno en busca de alimento, también habita estos cielos el águila real, aunque tampoco hemos tenido la suerte de verla. Abajo en el bosque de ribera, pito real, mirlos y lavanderas son fáciles de ver, al igual que sentir el chapotear de la trucha en las remansadas aguas.
Por nuestra parte, Rafa, Carlos y el que suscribe, hemos disfrutado de un recorrido complicado en ocasiones e incluso poco ciclable en algunos tramos, sobre todo si añadimos a nuestras “burras”, alforjas y petates no faltos de peso, aún con todo ello compensaba la belleza de los recorridos.
Nuestra media diaria de rodada ha estado en unos cincuenta kilómetros entre carreteras, pistas, sendas, y pedreras…y siempre manteniendo paralelismo con el GR-99.

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Los lugares elegidos para dormir han sido diversos; la Ermita de Escobedo de Arriba el primer día, un lugar muy cómodo y acogedor junto a la pequeña aldea, aunque Rafa eligió el páramo mas venteado y abierto, pero con esplendidos amaneceres..
El pueblo semi-abandonado de Cortesana nos acogió el segundo día en una pequeña planicie, posiblemente la única, que existía en sus inclinadas y desvastadas calles.
Nuevamente Rafa se aireó en el pequeño altozano al que llamábamos “comedor”, ya que en el cenamos y desayunamos en una improvisada mesa y asientos allí existentes.
Ya el tercer día nos acercamos a la orilla del Ebro en su paso por Puente Arenas, montamos nuestra tienda y dormimos placidamente acompañados por la lluvia.
Por último, y en una decisión de última hora, fue el pueblo de Poza de la Sal, lugar de partida y retorno, quién nos invitó a dormir junto a sus famosos pozos de sal, no sin antes probar sus baños salados en sus artesanales piscinas y sentir eso de flotar en el agua mientras la sal inicia su reparadora cura, heridas, eccemas y huesos doloridos se verán beneficiados de tan saludable baño. Sin duda el ciclo curativo necesitaba otro segundo baño, que a la mañana siguiente y antes de volver a casa repetimos, mientras Rafa se peleaba con las “ulagas”…esas bolitas verdes que se aferran a tu ropa, sobre todo calcetines, y todo por fotografiar las cárcavas de la hondonada en las salinas.
Estos días han tenido momentos inolvidables como el anterior comentado y digno de la mejor sesión de balneroterapia, pero también otros menos sosegados y placenteros, como son esos ascensos por serpenteantes caminos donde piedras y rocas junto con el consecuente desnivel, se aúnan para hacérselo difícil al ciclo-turista que arrastra consigo alforjas, petate y bicicleta, ya que son mas caminos de cabras, agradables sin duda para el senderista, pero algo escabrosos para ciclistas.

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Cortes de esta índole hemos encontrado por dos veces en nuestro recorrido, uno de ellos subiendo desde Valdelateja a Cortiguera para salvar el río Rudrón y alcanzar el desfiladero del Ebro desde su plenitud, la vista aérea de sus aristas, obteniendo una perspectiva real de esta impresionante depresión.
El otro corte parte de Tudanca y quiere encontrar el pueblo de Cidad del Ebro.
El cauce, una vez mas se ve aprisionado por sendas paredes verticales que nos permiten a su altura, necesitando para ello ascender nuevamente a pié por los típicos zigzageantes caminos que llevan hasta el risco boscoso. Merecidas vistas las que se alcanzan desde este punto que nos llevarán a través de la Sierra de la Portería de Tudanca.
Otra de las maravillas que guarda este Parque Natural son las surgencias de agua, una de ellas conocida internacionalmente, “El pozo azul”, de aguas gélidas y transparente esconde en sus profundidades, y a unos cincuenta metros, una gruta de la que se conocen hasta ahora cuatro kilómetros y cien metros.
Mas sencilla es la siguiente que descubrimos, la “Fuente Honda”, pero mas gratificante para nosotros dado el lugar donde se encuentra situada, precisamente en la bajada del desfiladero entre Tudanca y Cidad del Ebro, y que nos obsequió con este transparente pozo.

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Sin duda alguna en la retina queda grabada la imagen de la multitud de pueblos, iglesias, torres y escudos nobiliarios que hemos ido encontrando en el camino; la Iglesia de San Nicolás de Bari en el Almiñé, el Templo de San Esteban en Moradillo de Sedano con su extraordinario pórtico, la parroquia de Santa María la Mayor de Escalada, los rincones de Cortesana en sus especiales ruinas, la Iglesia de Sedano centinela del valle desde el espolón rocoso y la de San Pedro y San Pablo en Gredilla de Sedano, Valdelateja colgado en los pies del cañón en la desenbocadura del río Rudrón en el Ebro, el dólmen del Moreco, la Ermita rupestre de Tartalés de Cilla, la Torre de Valdenoceda, y como no la recientemente reconstruida Torre de San Martín en Quintana de Valdivieso, habilitada como apartamentos de turismo rural y que tan gustosamente nos ofreció su propietaria…y así un sinfín de nombres y lugares que bien vale la pena recorrer.
De nuestra ruta quedarán tramos pendientes, pero eso no es una novedad, es simplemente la disculpa para volver…¡Hasta pronto!.

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One thought on “RODANDO POR EL CAMINO DEL EBRO

  1. Hola! Fotos fantásticas! Queremos ir a la ruta del Ebro en bicicleta en octubre, que guía podemos utilizar? Gracias.

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