POR LAS CUMBRES KÁRSTICAS DE LOS PICOS DE EUROPA

AMANECERES DE SILENCIO Y TARDES DE FATIGA

Texto de Manolo Santervás. Fotografía de Manolo Santervás y Javier Elcuaz

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Hay raras veces en las que todos los elementos colaboran para que las cosas salgan fenomenal y ese fue el caso en los días que pasamos durante el puente del uno de noviembre en los Picos de Europa. El tiempo magnífico: frío por la noche y no demasiado calor por el día; viento en calma, el otoño un poco pasado en las zonas altas pero con todo su esplendor en los valles: el ideal; las rutas elegidas, largas y montañeras pero variadas y al alcance de todos: las idóneas para irse con una idea aproximada de este espectacular paraje que son los Picos de Europa y por último y no por ello menos importante, el grupo de gente que nos juntamos con un ambiente estupendo que favorecía la buena convivencia y las relaciones humanas muy importantes en estos viajes de aventura y encuentro con la naturaleza.

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Tres rutas de montaña dignas de recordar y merecedoras de ser realizadas por los que no las conozcan. La primera de ella desde el pueblo montañés de Oseja de Sajambre por el camino de Arcediano, subiendo al mirador de los Porros, para llegar a las majada de Vegabaño, desde allí por el bosque de Salambre hacia la cumbre del Jario (rey de la baja montaña) para continuar cresteando hasta llegar al puerto de Dobres y bajar a Soto de Valdeón atravesando un bosque de cuento de hadas por un camino apenas hollado, entre abedules, hayas y riachuelos jalonados por helechos. Salida del alto Sella y el desfiladero de los Beyos, para pasar de los verdes prados a la erosionada roca kárstica y de esta a los bosques centenarios, un primer contacto para abrir el apetito montañero y aunque a alguno le costó desentumecer las piernas después de esta larga y emocionante travesía, todos coincidieron en la belleza del itinerario elegido.

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La segunda ruta es para mi la mejor. No cabe duda de que en ello entran valoraciones personales, aventuras vividas en otros momentos y circunstancias, vivencias con amigos que hoy están lejos y la visita al que para mi es el lugar mágico por excelencia de los picos: Collado Jermoso (si no has visto atardecer allí, vete a verlo. Es algo que todo montañero que se precie de serlo debe vivir y sentir). Salimos desde Posada de Valdeón hacia Cordiñanes, emprendimos la subida de la sorprendente senda de la Rienda hacia el bosque y la vega de Asotín, disfrutando de los paso tallados en la roca a cuyos pies se abre el abismo. Despacio, poco a poco, con ritmo lento, ese que los que hacemos montaña sabemos que garantiza llegar a lo más alto. Ya en la confluencia con el Argallo Congosto, atravesamos los contrafuertes sur de la Torre Jermoso y comenzamos el ascenso, trepamos como cabra para horas más tarde asomarnos a ese balcón privilegiado, a ese nido de águilas situado sobre el espolón de rocas que es el refugio Diego Mella (Jermoso). Un descanso, un bocado para reponer fuerzas y disfrutar de este privilegiado lugar de la montaña, reservado sólo para los intrépidos montañeros y aquellos que gustan de la aventura y el placer de los lugares desconocidos y solitarios. Más tarde tomamos la senda de las Colladinas atravesando el circo del Llambrión, para pisar la primera nieve del inminente invierno, flanqueamos la torre de las minas de carbón, nos deleitamos con la torre de Fiero y las profundas canales que surcan su vertiente norte y descendemos a la vega de Liordes, un lugar mágico donde los hielos construyeron, posiblemente, el circo más bello de esta montañas kalcáreas. Algunos llevan ya el indicador de la reserva de sus fuerzas, pero aún queda un último esfuerzo, debemos subir un collado entre la peña Remoña y la torre del Hoyo de Liordes para descender por la canal de Pedabejo, donde nos espera bellísima panorámica de la vertiente norte de la cordillera Cantábrica y el valle de Liébana con su abigarrado bosque y verdes praderas alpinas. Iniciamos un largo descenso hacia Posada de Valdeón, la tarde llega a su fin, la luz cálida acaricia los bosques y cumbres que rodean este ancho valle, el GPS nos ayuda a situarnos y nos muestra un posible atajo, se está haciendo de noche y las fuerzas flaquean… pero no lo dudamos, ahí debe estar el camino y nos lanzamos monte abajo para aparecer a unos metros del frío albergue. Sin duda, un día memorable, de los que crean afición a los que no la tienen y de los que sirven de sacramento de confirmación para los que a veces tenemos dudas en nuestra fe montañera y reparo en la aventura.

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Al día siguiente, la que iba a ser la ruta mas dura, tenía por delante la difícil tarea de sobrepasar una ruta memorable… y en buena medida lo consiguió porque al acabar el día estaban divididas las opiniones sobre cuál fue más grandiosa si esta o la del día anterior. Salimos por el antiguo camino desde Posada a Cordiñanes para tomar el sendero de la canal de Capozo a través del bosque de Corona. Tras disfrutar de los colores del bosque durante dos días, era difícil prever que algún otro pudiera provocarnos admiración ¡Que equivocados estábamos! Un rincón en cada lugar que mirabas, musgo, sombras, helechos gigantes, luces y sombras, colores intensos, ruidos, árboles retorcidos, troncos decrépitos, brotes al borde del abismo, corzos, una senda trazada con osadía recorre este lugar y comienza a trepar por los contrafuertes del bastión sur del macizo de la Bermeja o del Cornión y se eleva con rudeza hacia lo más alto. El grupo diezmado por el esfuerzo del día anterior se enfrentaba a un nuevo reto, otros casi 1800 m. de desnivel acumulado va a tener el día, poco a poco, paso a paso, seguro que llegaremos… y así es. A mediodía tras el madrugón estamos en vega Huerta, a los pies del paredón sur de Peña Santa, cogiendo agua de una fuente helada y comiendo el tentempié absortos por el paisaje, donde fluyen los recuerdos de otros días, de otros tiempos y de hazañas memorable. Hoy hay tiempo para comentar un rato, para descansar y charlar con los buenos amigos y compañeros, para hacernos fotografías de recuerdos, de amores en la montaña, para descender por la senda del burro y la canal del perro y tener otra pausa en el collado del Frade hipnotizados por la maravilla que nos rodea. El descenso hasta vega de Llos nos conforta de nuevo con las praderas y los bosques y nos permite disfrutar de otra de las maravillas de la naturaleza, un potrillo recién nacido que apenas se sostiene en pie intentando buscar el pecho de la madre. La luz en el bosque acaricia los colores del otoño que se extiende con la destreza de los pinceles sobre el lienzo. Una rápida bajada hacia el valle de Valdeón, con tiempo para ver los pueblos y los murallones calizos del Macizo Central iluminados de un naranja intenso por la luz del atardecer, y llegamos con tiempo de recrearnos en nuestros pasos de llegada al albergue.

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Otras veces tocarán aventuras alpinas, retos en lo alto o superación de dificultades, esta vez ha tocado disfrutar de lo sencillo: el color del paisaje, el calor de la compañía, el sabor del esfuerzo colectivo y el aroma de lo bien hecho. Sólo queda dar gracias por haberlo vivido y disfrutado sabedores de que las cosas buenas hay que vivirlas intensamente por que no suelen repetirse.

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One thought on “POR LAS CUMBRES KÁRSTICAS DE LOS PICOS DE EUROPA

  1. Hola a Todos, gracias por compartir sus experencias con estas fotos que son una MARAVILLA. felicidades.
    Georgina

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