EL HOMBRE SE DESTRUIRA ASÍ MISMO COMO EL FUEGO DESTRUYE ESTOS DÍAS LA CUNA DE LA CIVILIZACIÓN

Se destruye Grecia y mueren sus habitantes y nadie se inmuta

Texto y fotografía de Guillermo Chaves

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Desde el fin de semana estoy leyendo los periódicos con preocupación. Bueno, leer el periódico no es lo que se dice leer «El Jueves». Ya sabes el cariño que tengo a Grecia y me parece increíble lo que está pasando. Unos 300 fuegos en el sur. Que se dice pronto, 300 fuegos. Parece una terrible broma que sea el mismo número que los 300 de la película sobre la batalla de las Termópilas.

Evidentemente se han quemado algunos lugares que conozco. Fuegos en la isla de Eubea que me recuerdan mi primer viaje a Grecia en 1997 donde paramos a bañarnos en el Egeo camino del Olimpo. Fuegos en Olimpia, Epidauro, Micenas,… y también en Esparta. El fuego ha quemado los maravillosos bosques de las laderas del Taygetos que subí con mis amigos en diciembre del 2004.

Lee el artículo del País que aparece hoy en la página 28. El título de uno de ellos es «El gobierno griego se muestra incapaz de controlar la ola de incendios forestales. La antigua Olimpia se salva de las llamas, que han provocado ya la muerte de 63 personas», sin comentarios.

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Otro artículo «Fulgores del Peloponeso» escrito por Carlos García Gual nos recuerda que se están quemando los lugares de nuestra historia. Se está quemando el valle de Esparta con sus miles de naranjos, las llamas rodean las ruinas del teatro romano y las orillas del río Eurotas y las ruinas de Mistras, la última capital bizantina tras la toma de Constantinopla, un lugar mágico al que llegamos andando desde la cumbre del Profeta Elías, la más alta del Taigeto, desde donde los antiguos espartanos arrojaban a los recién nacidos con defectos (hasta hoy no lo había pensado pero es un curioso lugar para un pediatra como yo). Para que te hagas una idea la ascensión al pico se hacía entre bosques cerrados salvo la parte final cubierta de nieve y el descenso a Esparta y Mistrás también era un continuo de árboles que sólo dejaban claros a pueblos abandonados e iglesias con iconos bizantinos. No quiero ni pensar cómo será esto ahora.

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Todos estos lugares forman parte de mi memoria que como dicen es nuestra verdadera patria. No se sabe la causa de todo esto ni quién ha sido pero me da la sensación de que la locura humana no tiene límites.

Te mando algunas fotos de cuando estuve allí para que te hagas una idea de lo que se está perdiendo estos días.

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